Reflexiones sobre la influencia de la televisión en la
educación mexicana.
El caso de la Escuela de "El Chavo", del programa de Chespirito
México, D. F., a 30 de noviembre, 2014.
Dr. Héctor Darío Aguirre Arvizu
Dr. Héctor Darío Aguirre Arvizu
Siendo maestro de la
Secretaría de Educación Pública en una escuela secundaria de Iztapalapa, Ciudad
de México, es que me he dado cuenta de diversos problemas educativos y vicios
del sistema educativo nacional.
De momento cuento con
dos años y medio de experiencia en ese nivel, aunque tengo experiencia en
preparatoria y profesional, lo que me permite ver desde lejos, más o menos
objetivamente y con mirada antropológica la situación.
Un punto en el que me
quiero enfocar hoy es el problema de la influencia de la televisión en la
educación de los niños y jóvenes mexicanos, me refiero específicamente al
programa de “El Chavo” originalmente llamado “El Chavo del 8” ya que se
transmitía en dicho canal de televisión, el cuál dejó de transmitir, mas no de
existir ya que se convirtió en el canal 9.
Hace unos días puse
el siguiente texto en mi cuenta del Facebook:
“Recordando una
anécdota con mis alumnos de secundaria en Iztapalapa... Estaba yo sustituyendo
a un profesor que por alguna razón no había acudido a la escuela... Trato de
callar a los chicos para poder exponer algunos asuntos de la materia que les
tocaba, revisando dudas, dando continuidad al trabajo del profesor... había un
alumno mío de Tecnología y estaba fomentando el desorden... Tenía que levantar
la voz para hacerme oír ya que con la gritería no me escuchaban (o no querían)... hago una pregunta y un joven contesta con una
"respuesta no correspondiente a la expresión de tu máximo de
inteligencia" (como llamo ahora a las estupideces para que los jóvenes no
se sientan insultados)... estaba yo calmado... y el tal alumno en un momento
determinado dijo: -ah ver, hágale como el profesor Jirafales" (evidentemente
invitándome a enojar)... Así es la influencia de Chespirito en la Educación
Mexicana... jóvenes que contestan con idioteces y no quieren estudiar por que
creen que no tendrán futuro en lo académico...”
Es notoria la influencia del programa en cuestión dada la
anécdota anterior. Sin embargo la situación no llega allí nada más. Desde el
principio en mi actuar como profesor de Tecnología en secundaria me percaté de
que algo no estaba funcionando bien con los jóvenes. Ante la solicitud de
“Vamos a trabajar” o en particular cuando hacía preguntas los jóvenes
contestaban (y contestan) con idioteces.
Ello me llevó a considerar la posibilidad de que estuvieran
padeciendo algún tipo de “idiotez funcional”. Desde el principio me percaté de
la influencia de la televisión en la pésima educación de los jóvenes a mi
cargo, pero en particular el programa indicado. La experiencia en el salón
ajeno me lo confirmaba.
¿Qué ocurre?
En el programa de “El Chavo” se presenta un escenario, un
supuesto salón de clases, en el que aparecen los diversos personajes
infantilizados y, delante de ellos un supuesto profesor, una caricatura de
maestro, llamado “profesor Jirafales” como mala caricatura de un maestro mexicano,
incluso para la época en que fue creado el personaje. Ignoro si hubo protestas
del magisterio por la pésima imagen que del maestro se da con este señor de
gran estatura y miras cortas.
Regresemos al “salón”. El profesor, con una pésima
pedagogía, pero al menos con una buena intención, pregunta a los “niños” algo,
sobre cualquier tema, como repasando temas previos (hoy se diría “activando
conocimientos previos”) y a cualquier pregunta que hace los niños contestan con
estupideces. Tratan de ser ingeniosos, pero no caen mas que en asuntos banales,
frases tontas, carencia de inteligencia (no resuelven nada), total, una
expresión de carencia del más mínimo atributo de pensamiento humano. Son
respuestas francamente idiotas. Los personajes son unos idiotas.
En algunos momentos alguien arma un alboroto y cuando el
profesor Jirafales logra callarlos, todos lo hacen menos “el Chavo” que termina
diciendo algún mal chiste o un insulto al el profesor.
Pues resulta que así, como si siguieran el guión, se
comportan frecuentemente los jóvenes de secundaria.
Y es que no se han dado cuenta de cómo es que han sido
educados para creer que la escuela real es y debe ser como la falsa escuela de
la televisión en particular de ese programa.
A los jóvenes no les gusta que se les describa la realidad. Cuando se les indica que tal o cual respuesta es idiota y no corresponde a lo que se les pregunta, inmediatamente protestan ¿Por qué me dice idiota? He tenido que pedir que reflexionen la diferencia entre ser idiota y tener comportamientos de idiota, de cómo estos, si se prolongan en el tiempo, los llevarán a lo primero, pero que en un momento determinado se puede evitar si se toma conciencia de ello. Pero prefieren hacerse los ofendidos y mantener sus conductas ahora llamadas por mi “que no expresan el máximo de sus capacidades intelectuales”.
A los jóvenes no les gusta que se les describa la realidad. Cuando se les indica que tal o cual respuesta es idiota y no corresponde a lo que se les pregunta, inmediatamente protestan ¿Por qué me dice idiota? He tenido que pedir que reflexionen la diferencia entre ser idiota y tener comportamientos de idiota, de cómo estos, si se prolongan en el tiempo, los llevarán a lo primero, pero que en un momento determinado se puede evitar si se toma conciencia de ello. Pero prefieren hacerse los ofendidos y mantener sus conductas ahora llamadas por mi “que no expresan el máximo de sus capacidades intelectuales”.
Los muchachos son inteligentes, resuelven muchos problemas que yo no habría resuelto a su edad, pero son, normalmente, relacionados a la violencia en la que viven, respondiendo de forma muy elemental, no organizada y mucho menos conscientes.
Carezco de datos precisos pero para mi es completamente
claro que la televisión ya los tiene idiotizados en tanto que no son capaces de
emitir respuestas más adecuadas o por lo menos correspondientes al contexto académico en el que
se les solicita. Los jóvenes defienden su forma de actuar como si fuera la más
inteligente (y creo es la más inteligente que pueden emitir muchos de ellos,
dados los múltiples ejemplos que me he encontrado) y tratan a toda costa de
seguir comportándose como los personajes de la televisión, como si eso fuera un
uso adecuado de su libertad. Y que se comporten como los personajes es un grave problema.
Don Ramón eternamente le da su coscorrón al Chavo.
Los niños eternamente molestan a Don Ramón y Doña Clotilde.
Los niños siempre le faltan el respeto a los adultos.
Los niños nunca estudian realmente. Al contrario, se auto
torturan cuando tienen que leer.
Etc., etc., etc.
Todos fuimos educados por la televisión, casi todo mundo vio
ese programa y muchos nos reímos de los “chistes” pero llega el momento en el
que uno crece, amplía sus horizontes y deja de parecerle gracioso lo que exhibe
el programa. Uno crece y madura. En mi caso fue a los 10-12 años que dejé de
ver con gracias tales conductas. Si eres adulto ¿cuándo dejaste de ver con
gracia al Chavo?, si eres maestro ¿soportas este tipo de conductas en tus
alumnos?
Dr. Darío Aguirre