Resumen de programa operarme de educación efectiva
Dr. Héctor
Darío Aguirre Arvizu
18-11-20
Es frecuente encontrar que
un adulto quiere que un niño, un joven u otro adulto tenga una o varias
conductas que les permitan ir madurando y puedan convivir en un ambiente.
De alguna manera educar es
moldear para que el otro tenga conductas favorables a su persona y a la vida en
convivencia. Estas conductas pueden no ser del agrado de quien las necesita,
por ejemplo estudiar sistemáticamente a alguien que aprendió a ser adverso al
estudio.
Presento un resumen de
cómo, en principio, podríamos actuar para educar a cualquier persona que lo
necesite.
Es la aplicación del
sistema conductual investigado y diseñado por Skinner.
Es tan simple que a la
mayoría de los padres, maestros y empleadores se les escapa de cómo
aplicarlo correctamente.
El esquema es utilizado por
muchas personas pero de modo inestable, inconsciente, sin reglas claras y sin
orden. Aquí retomamos estas ideas con el fin de aclarar su uso.
Cuando una persona (de
cualquier edad, estrato social, preparación académica) presenta una conducta:
1. Deseada. Se necesita aplicar un refuerzo positivo, que es toda acción consecuente e inmediata que
"premia" la conducta deseada. Un refuerzo positivo puede ser desde
una palabra: ¡Bien!, ¡bien hecho!, ¡padrísimo!, ¡te salió bien!, ¡excelente!;
puede ser un objeto que la persona que emite la conducta quiere o requiere: un
dulce, un alimento, agua, etc.; es posible que se trate de un gesto como una
sonrisa o el asentimiento con la cabeza; también pude ser un contacto corporal
suave, como una palmada en la espalda o un saludo de manos.
Es posible que la persona
emita un fragmento de la conducta deseada y no toda la conducta. Aquí es
importante premiar dicho fragmento para, poco a poco, ir armando la conducta
final deseada. No se debe esperar que una persona emita una conducta compleja
(o a veces aparentemente simple) a la primera. A este proceso se le llama
moldeamiento.
Evitemos enojarnos debido a
que la persona que aprende no hace las cosas como se lo dijimos en una única
vez: las conductas se construyen, no se imponen.
Estamos considerando que
una persona no emite la conducta incluso cuando se le ha solicitado
verbalmente: resulta que la emisión verbal no es el medio de instalar la
conducta.
Cuando la persona no emite
las conductas deseadas por medio de la palabra quiere decir que todavía no ha
armado sus conductas desde lo más sencillo a lo más complejo debido a que ha
sido sometida a programas de reforzamiento inconsistentes, no sistemático. La
palabra es un elemento asociado a la conducta. Se pretende que cuando uno diga
al otro que haga algo lo haga. Sin embargo, esa asociación debe armarse poco a
poco.
2. No deseada pero sin relevancia. Cuando la conducta no tiene
demasiada importancia, ignórala. Así
de simple.
No hagas gestos
aprobatorios o desaprobatorios, no digas absolutamente nada ni a favor ni en
contra. No hay que gastar tiempo y recursos educativos en eliminar este tipo de
conductas.
Una gran cantidad de
personas pierde tiempo en este tipo de conductas, solamente por demostrar que
tiene “poder”.
3. Francamente no deseada. Lo que corresponde es
aplicar un reforzador negativo que
tiene como propósito inhibir la conducta. Durante mucho tiempo se llamó “castigo”
lo que provocó que muchas personas supusieran que el castigo es el único
recurso inhibitorio de conductas. De hecho la mayoría de las personas no sabe
aplicar castigos, que deben ser proporcionales a la desviación de la conducta
deseada.
A algunas personas les
gusta aplicar castigos drásticos al más mínimo desvío o no presentación de la
conducta deseada, sin embargo esto no garantiza que la conducta se va a
presentar de modo adecuado. En todo caso se trata de una presentación de poder.
Sin embargo el castigo en
sí es solamente una variante de reforzador negativo. Quitar algún privilegio
que no ponga en riesgo la vida es también un reforzador negativo, como por
ejemplo quitar el teléfono celular, que no puedan ver televisión los jóvenes,
etc.
Es importante recordar que
para que se pueda aplicar un sistema de este tipo la persona que aprende debe
tener un grado de dependencia del que enseña. Si no hay una dependencia no se
puede dar el aprendizaje, como es el caso de niños ricos que desprecian a sus
profesores (y luego hasta los pobres). Al menos con este sistema.
Es necesario que el que
aprenda necesite algo del que enseña, si no ocurre así, no se podrá dar el
aprendizaje.
Recuerda además, que la
aplicación tanto de reforzadores positivos como negativos debe ser moderado. No
se deben dar grandes premios ante conductas simples, ni se deben dar grandes
castigos ante ausencias de conducta o presentación de conductas parciales
adecuadas.
Cuando un padre está dando
a su hijo todo lo que él como adulto quiere y todo lo que el hijo pide y hasta
exige, está rompiendo la posibilidad de educar al niño con este sistema. No es
posible educar con la administración irrestricta de reforzadores positivos o
negativos.
También es importante
recordar que los reforzadores se deben aplicar inmediatamente de emitida la
conducta. Dejar pasar el tiempo y aplicarlos deja de ser eficaz. Por ello el llamado
“marco de convivencia” de las escuelas está equivocado, ya que trata de evitar
a toda costa el castigo, y los chicos lo saben, así que muchos se escapan de
ser sancionados, lo que refuerza las conductas inadecuadas.
Para un joven al que no le
gusta estar en la escuela, sea cual sea el origen de su preferencia, el
“castigarlos” suspendiéndolos de la escuela los días que sean no significa
castigo, sino refuerzo de la conducta inadecuada.
Espero este pequeño resumen
sirva a los maestros y padres.
D. R. 2018 Darío Aguirre
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