martes, 7 de julio de 2020

Fernando Celada Miranda

El Cantor del Proletariado

Dr. Héctor Darío Aguirre Arvizu
18-07-07
20-07-07
 
Nota: Debido a que Blogger de Google oculta las publicaciones hechas en el blog antes de 2018 a las búsquedas internas del público, y en las búsquedas externas coloca a las mismas como "no seguras", he decidido volver a publicar todas las semblanzas realizadas en 2016, 2017 y 2018 el mismo día a que correspondan en las efemérides. Todas las publicaciones anteriores a junio serán reeditadas el siguiente año, pero puede accederse a ellas a través de las Efemérides Mexicanas de este 2020 ya que en cada fecha se pone la liga a la entrada del blog.  

#Semblanza #ElPersonajeDelDía #UnDíaComoHoy 7 de julio de 1929 muere en la ciudad de México, el ilustre poeta, dramaturgo y periodista Fernando Celada Miranda.
Celada, como persistente luchador a favor del proletariado, ejerció el periodismo toda su vida y fue bautizado como "El Cantor del Proletariado". Colaboró en los periódicos: Jalisco Nuevo, Bandera Roja, Redención y otros. 
 Por sus ideas fue objeto de persecuciones. En la poesía escribió varios libros: Cantos épicos a Juárez, Martillos y yunques, Bronces, Himnos de los martillos, Para los obreros de la República y otros. Fue muy recordado por mucho tiempo por su afamada poesía romántica: La caída de las hojas.
Había nacido el 30 de mayo de 1872 en el Barrio de San Pedro, en una zona considerada hoy de Xaltocan.
Fernando Celada, el poeta.

Además de poeta de la realidad concreta del trabajador asalariado fue poeta de corte romántico, lo que hace que muchos rescaten más sus poemas de este tipo que los incendiarios.
En una Antología: Las quinientas Mejores Poesías Universales, aparece su poema La caída de las hojas.
Un monólogo suyo, En capilla, fue dedicado a los obreros de la República Mexicana y estrenada en el entonces Teatro Invierno el 4 de junio de 1896.
Portada de un libro con poemas del autor.
 En 1954 fue puesta una placa conmemorativa en la fachada de su domicilio en la calle de Dr. Lucio No. 20. Sus restos mortales fueron trasladados, en una urna de caoba labrada, al panteón de Xilotepec, en Xochimilco (cuya entrada principal está en Camino a San Pablo casi esquina con Av. Acueducto y la otra entrada está cerca de donde se encuentra ahora la estación Huichapan del Tren Ligero).
En su honor fue descubierto un busto en la glorieta que llevaba su nombre el 7 de julio de 1944, ahora la Rotonda de los Personajes Ilustres de Xochimilco.
Busto en honor a Fernando Celada en la Rotonda de los Personajes Ilustres de Xochimilco.
Existe una organización civil llamada Patronato Fernando Celada Pro Mansión(Rotonda) de los personajes ilustres de Xochimilco A. C., dedicada a promover la cultura en Xochimilco así como la importancia de sus personajes históricos.
El embarcadero más importante en el Centro de Xochimilco lleva el nombre Fernando Celada Miranda. También una Escuela Primaria ubicada en la Calle de Josefa Ortiz de Domínguez, Barrio de La Asunción, lleva su nombre.
Entrada al Embarcadero Fernando Celada Miranda.
    Como en el caso de otros personajes importantes de la historia de México, es difícil obtener datos biográficos de Fernando Celada, por lo menos en internet. Hoy queríamos destacarlo debido a su importancia. Pero no hay mal que por bien no venga y podemos caracterizar al personaje por medio de algunos de sus poemas más recordados y que las nueves generaciones necesitan conocer:

EN LA FÁBRICA

Abriéndose en hileras de urdimbre complicada,
se agitan los telares con musical rumor,
y van entretejiendo la fibra delicada
que ha de cubrir al pobre lo mismo que al señor.

Como cordajes breves de límpidas alburas,
los hilos a millares sacuden su tensión,
y el fabricante cuida y enlaza las roturas
que causan en las hebras las motas de algodón.

Los hilos que recorren aquella rueca breve,
se enlazan a otros hilos de forma transversal,
como si fueran copos de escarmenada nieve
entrelazando el seco ramaje de un rosal.

Los carreteles crujen repletos con su trama
que hilan y desenredan los peines a la vez;
y todo aquel cordaje sutil se desparrama
sobre los bastidores de hilada tirantez.

Giran vertiginosos carretes y redinas,
que cantan al trabajo sublime y redentor
y restiran los tórculos las leves muselinas
que ya con forma artística se enredan al tambor.

Cruje la maquinaria con ecos soberanos
y sobre la grandeza de aquel gigante altar,
levanta el pueblo noble con su millón de manos,
las hostias con que vuelve solícito a su hogar.

¡Oh lucha de los pobres!... ¡Oh batalla del arte!
Tu vigor es progreso, tu progreso es altar:
cada fábrica abierta, para ti es un baluarte,
cada obrero un soldado, cada triunfo un telar.

Mientras que cantan gloria tus altas chimeneas
y escarmenados se unen tus copos de algodón,
identifico mi alma con tus mismas ideas
y con tus mismas ansias lleno mi corazón.

MARTILLOS Y YUNQUES

Tienen como una orquesta maravillosa
el yunque y el martillo su diapasón,
y forman una música cadenciosa
aplastando los hierros junto al fogón.

De su cordaje férreo la escala en coro,
sube, como el incienso sobre el altar,
envuelta en un enjambre de chispas de oro
que las fraguas arrojan al resollar.

Los colosales ecos de aquella orquesta
arrullan al herrero, que como un dios,
sobre la lira yunque, rimando asesta
violentos martillazos de dos en dos.

¿Qué forjarán?... ¿El hierro para los bravos
que luchan por el triunfo de la igualdad,
o la triste cadena de los esclavos
que en sus prisiones lloran su libertad?

¿Forjarán los cañones para la guerra,
o el riel para el grandioso ferrocarril;
o el provechoso arado para la tierra,
o la reja del antro protervo y vil?

Herrero: ya no aceres hierro que mate…
Si junto al yunque luchas firme y tenaz,
no forjes instrumentos para el combate,
forja bronces eternos para la paz! 

LA CAÍDA DE LAS HOJAS

Cayó como una rosa en mar revuelto...
Y desde entonces a llevar no he vuelto
a su sepulcro lágrimas ni amores.
es que el ingrato corazón olvida,
cuando está en los deleites de la vida,
que los sepulcros necesitan flores.

Murió aquella mujer con la dulzura
de un lirio deshojándose en la albura
del manto de una virgen solitaria;
Su pasión fue más honda que el misterio
vivió como una nota de salterio,
murió como una enferma pasionaria.

Espera, -me decía suplicante-
todavía el desengaño está distante...
no me dejes recuerdos ni congojas;
Aún podemos amar con mucho fuego;
no te apartes de mí, yo te lo ruego;
espera la caída de las hojas...

Espera la llegada de las brumas,
cuando caigan las hojas y las plumas
en los arroyos de aguas entumidas.
Cuando no haya en el bosque enredaderas
y noviembre deshoje las postreras
rosas fragantes al amor nacidas.

Hoy no te vayas, alejarte fuera
no acabar de vivir la primavera
de nuestro amor, que se consume y arde;
Todavía no hay caléndulas marchitas
y para que me llores necesitas
esperar la llegada de la tarde.

Entonces, desplomado en tu cabeza
en mi pecho, que es nido de tristeza,
me dirás lo que en sueños me decías,
pondrás tus labios en mi rostro enjuto
y andarás con un listón de luto
mis manos cadavéricas y frías.

¡ No te vayas por Dios...! Hay muchos nidos
y rompen los claveles encendidos
con un beso sus vírgenes  corolas;
todavía tiene el alma arrobamientos
y se pueden juntar dos pensamientos
como se pueden confundir dos olas.

Deja que nuestras al mas soñadoras,
con el recuerdo de perdidas horas,
cierren y entibien sus alitas pálidas,
y que se rompa nuestro amor en besos,
cual se rompe en los árboles espesos,
en abril, un torrente de crisálidas.

¿ No ves como el amor late y  anida
en todas las arterias de la vida
que se me escapa ya?... Te quiero tanto,
que esta pasión que mi tristeza cubre,
me llevará como una flor de octubre
a dormir para siempre al camposanto.

Me da pena morir siendo tan joven,
porque me causa celo que me roben
este cariño que la muerte trunca.
y me presagia el corazón enfermo
que si en la noche del sepulcro duermo,
no he de volver a  contemplarte nunca.

¡ Nunca...! ¡Jamás...! En mi postrer regazo
no escucharé ya del eco tu paso,
ni el eco de tu voz... ¡Secreto eterno.!
Si dura mi pasión tras de la muerte
y ya no puedo cariñosa verte,
me voy a condenar en un infierno.

¡ Ay, tanto amor para tan breve instante!
¿Por qué la vida, cuanto más amante
es más fugaz? ¿Por qué nos brinda flores,
flores que se marchitan sin tardanza,
al reflejo del sol de la esperanza
que nunca deja de verter fulgores?

¡ No te alejes de mí, que estoy enferma!
Espérame un instante... cuando duerma,
cuando ya no contemples mis congojas...
¡ Perdona si con lágrimas te aflijo!...
- Y cerrando sus párpados, me dijoo:
¡ Espera la caída de las hojas.!

¡ Ha mucho tiempo el corazón cobarde
la olvidó para siempre! Ya no arde
aquel amor de los lejanos días...
Pero ¡ Ay.! A veces al soñarla siento
que estremecen mi ser calenturiento
Sus manos cadavéricas y frías...

EN LA FRAGUA

Bajo una atmósfera ardiente
de asfixiante reverbero,
ceñido el mandil de cuero
y en actitud colosal,
saca el hierro enrojecido
el cíclope de la hornaza
y lo forja y lo adelgaza
con el martillo triunfal.

Al firme golpe del mazo,
brota una lluvia de chispas
que como rojas avispas
zumban en sordo rumor,
y es una música heroica
la que da el yunque de acero,
cuando descarga el herrero
su golpe de forjador.

Y dice el hierro: “Soy gloria,
soy resistencia, soy vida,
y tu mano encallecida
me ablanda con tu vigor.
Hace de mí lo que quiere
la idea que en tu mente late:
espada para el combate
y arado para el alcor.

Muchas veces me has forjado
para instrumento de lidia,
y muchas para perfidia
me convertiste en puñal;
otras, hiciste eslabones
con el poder de mis venas,
para forjar las cadenas
de la esclavitud fatal.

Hoy que también eres libre,
no me ablandes como entonces
para convertirme en bronces
que causen la destrucción.
Ya el extranjero insolente
con la patria no trafica:
¡No me hagas yelmo, ni pica,
ni machete, ni cañón!

Hazme estatua duradera
que de tus héroes sea gloria;
buril que alcance victoria
en las luchas del Taller;
barreno que abra los montes
y forme el túnel espeso,
para que pase el progreso
que al mundo ha de conmover.

Hazme arado, riel, martillo,
alambre, locomotora;
hazme una fuerza creadora
de progreso universal.
¡Soy el hierro: dame formas
con tu yunque y con tu maza;
que me oprima tu tenaza
con su fuerza colosal!

Pero si la Patria sufre
alguna extraña perfidia
y se aprestan a la lidia
sus hijos, con dignidad,
enciende pronto la fragua,
apresta el yunque y golpea;
fórjame arma de pelea,
arma de la libertad.

Convierte el arada en plea
vibradora y acerada,
el barreno en firme espada
y el pedestal en cañón!
Y no descanses, herrero;
forja y retuerce sin calma…
¡Convierte en martillo tu alma
y en yunque tu corazón!



Poemas En la fábrica, Martillos y yunques,  y En la fragua, tomados de: Luz y Fuerza.

La caída de las hojas tomada de: Poesía selecta:  

Para más poemas consúltese: Los mejores poemas de Fernando Celada, donde se encuentran Los cristos mudos y Nublos.
Para leer los poemas Caída de las hojas, Ansias, ¡Jamás!, Madrigal del olvido, Crespones en Día de Muertos, Prometeo, Gota de Hiel, Entre las tumbas, Non omnis moriar, consúltese: Fernando Celada aunque con el problema de que editaron muchas líneas con letra negra y fondo negro y parecen censuradas.

Con información de:
    (1)  Wikipedia y
    (2)  Ciudades Mexicanas Patrimonio Mundial



D. R. 2018 Darío Aguirre
D. R. 2020 Darío Aguirre 




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