martes, 4 de agosto de 2020

Juan Ruiz de Alarcón

Dramaturgo Barroco

Dr. Héctor Darío Aguirre Arvizu
18-08-04
20-08-04

Nota: Debido a que Blogger de Google oculta las publicaciones hechas en el blog antes de 2018 a las búsquedas internas del público, y en las búsquedas externas coloca a las mismas como "no seguras", he decidido volver a publicar todas las semblanzas realizadas en 2016 y 2017 el mismo día a que correspondan en las efemérides. Todas las publicaciones anteriores a junio serán reeditadas el siguiente año, pero puede accederse a ellas a través de las Efemérides Mexicanas de este 2020 ya que en cada fecha se pone la liga a la entrada del blog.  
 
#Semblanza #ElPersonajeDelDía #UnDíaComoHoy 4 de agosto de 1639 muere el escritor novohispano Juan Ruiz de Alarcón y Mendoza cuya obra constituye uno de los aportes más sólidos y valiosos de América a las letras hispánicas de ambos siglos de oro.
Nació en un año no precisado entre 1572 y 1581, según las fuentes, pero sin tenerse fecha exacta.
Su padre, ilustre prosapia conquense, se desempañaba como funcionario del virreinato de la Nueva España, en el ramo de hacienda; su madre una Mendoza no era menos aristocrática. Recibió pues, esmerada educación a pesar del menguado patrimonio económico de que disponía la familia. Su vida ofrece cuatro etapas bastante simétricas:
(1)
1º Infancia y adolescencia desde su nacimiento hasta 1600. Según algunos autores, estudia artes en la universidad local; según otros , el bachillerato en cánones (más probable).
2º Intermedio peninsular de estudios y tentativas: 1600-1608. Marcha a la Península, se radica en Salamanca, y en su universidad recibe el título de bachiller en derecho canónico (1600) Dos años después la misma universidad le discierne el de bachiller en derecho civil. Se matricula entonces para la licenciatura en leyes, que debió de finiquitar, presumiblemente, hacia 1605. Pero no puede recibir el grado académico  porque carece de los recursos que ello demanda. Ignórase qué hizo en los tres años que median hasta su retorno a la Nueva España. Pero si la marcha regular de sus estudios y el apocamiento congénito que le infería su desmedrada estampa física era pelirrojo y corcovado dan pie para conjeturar una vida recoleta y ordenada, es de presumir que, ya graduado, aunque sin diploma, vegetaría picando pleitos y ejercitándose secretamente para satisfacer la gran vocación de la vida: el teatro. En 1608 embarca de regreso a la Nueva España en la misma flota en la que viajaba también otro gran ingenio: Mateo Alemán.
(2)
3º Breve interludio del retorno: 1608-1613. En México la universidad le otorga la licenciatura en leyes (1609). Oposita entonces, sin éxito, varias cátedras universitarias, y debe aceptar algunos destinos modestos, como el de teniente de corregidor (1611), que alterna con el ejercicio de la abogacía. Hasta que decide partir de nuevo hacia la metrópoli; esta vez para siempre.
4º Madurez, triunfo y muerte: 1614-1639. Como la abogacía no le saca de estrecheces, trata de obtener algún destino burocrático que le permita vivir con decoro. Entretanto, la vocación del teatro se apodera de él: se inicia en la dramática, primero como colaborador de Tirso y discípulo de Lope; luego, como autor independiente. Obtiene éxito en su postura, no mucho, pero el suficiente para que se desate sobe él la enemiga y la envidia de sus rivales literarios. Josef Alfay ha recopilado trece poesía satíricas en que Góngora, Lope de Vega, Vélez de Guevara, tirso, Montalbán, Quevedo, etc., no ahorran insultos ni dicterio a su alcance. Además de plagiario —¡a él que era saqueado por unos y otros!— le enrostraban su físico desmedrado y sus humos de señorón y aristócrata: “Tanto, de corcova atrás / y adelante, Alarcón, tienes —decía una letrilla emponzoñada—, que adónde te corco-vas”. En esta etapa produjo, pues toda su obra. Exactamente entre 1614 y 1633, ya que dejó de escribir para el teatro cuando el presidente de Indias, don Ramiro Núñez de Felípez de Guzmán, le consiguió el cargo de relator del Consejo, primero itinerante (1625)  y luego en propiedad (1633). Pocos años después moría en Madrid.
(3)
Obra. Comoquiera que ésta, más bien breve en extensión, es rica en contenido, se han propuesto varias clasificaciones de sus comedias (Hurtado y González Palencia, Pfandl, etc.). Una ordenación equidistante que, al mismo tiempo, da una idea panorámica de su  contenido, temática, etc., sería, por ej., la siguiente:
1º Comedias de ideas, la mayor parte, es decir: Los favores del mundo; No hay mal que por bien no venga; Ganar amigos; Los pechos privilegiados; La verdad sospechosa, etc.;
2º Comedias de enredo, fantasía y tramoya: Los empeños de un engaño; La cueva de Salamanca; La Manganilla de Sevilla; Quien mal anda en mal acaba, etc.;
3º Dramas históricos y trágicos: El tejedor de Segovia, La culpa busca la pena, y el agravio, la venganza; La crueldad por el honor, etc.
Etiqueta de una sidra de 1901. (4)
La nota de fondo que prevalece en el teatro de Alarcón es su mensaje ético. Él es quien incorpora a la escena española la comedia moral. Es original, pues, por su contenido, pero lo es también por su forma, por su estilo, cuyas características más notorias, entre otras, son éstas: mayor limitación en la concepción general; tono más equilibrado; mayor profundidad y finura psicológicas en el seño de los tipos y caracteres; afán ético y didáctico permanente; envoltura formal más prolija y depurada. Cualidades todas ellas que le signan originalidad, le apartan de la escuela lopesca y explican, no sólo la enemiga y la envidia de sus rivales, cuanto su influencia sobe el teatro extranjero: Cornelle (Le menteur) en Francia; Goldoni (Il bugiardo) en Italia, etc.
Etiqueta trasera de la sidra de 1901. (5)
Se ha pretendido explicar el afán ético-docente del teatro de Alarcón por la compensación espiritual que se deformidad física hallaría en la exaltación de lo bello, lo justo, lo bueno y  honrado, etc. (Valbuena Prat). Y se ha querido también impulsar a su mexicanismo  o americanidad el tono medio de discreción y equilibrio que priva en su estilo (Henríquez Ureña). Pero estas tesis no han prosperado: la moral de Alarcón es profundamente cristiana y la salva del resentimiento que encubriría su afán docente. Y en cuanto a lo otro, la difusa vaguedad de una tal connotación telúrica le resta validez y convicción, aun cuando incluya el contenido cultural que no podía ser sino español, aquende y allende los mares. En suma: Alarcón prefiere los tonos medios y mesurados que caracterizan su estilo, porque él era, íntimamente, un hombre mesurado y equilibrado. J. R. M.

    Imágenes tomadas de:
    (1)  Mercado Libre.
    (3) Wikiméxico.
    (4) y (5) Fundación Cardin.

    Con información de: Diccionario Enciclopédico Quillet.

    D. R. 2018 Darío Aguirre
    D. R. 2020 Darío Aguirre


No hay comentarios:

Publicar un comentario