viernes, 7 de agosto de 2020

Rosario Castellanos Figueroa

La esencia misma de la mexicana

Dr. Héctor Darío Aguirre Arvizu
18-08-07
20-08-07
 
Nota: Debido a que Blogger de Google oculta las publicaciones hechas en el blog antes de 2018 a las búsquedas internas del público, y en las búsquedas externas coloca a las mismas como "no seguras", he decidido volver a publicar todas las semblanzas realizadas en 2016 y 2017 el mismo día a que correspondan en las efemérides. Todas las publicaciones anteriores a junio serán reeditadas el siguiente año, pero puede accederse a ellas a través de las Efemérides Mexicanas de este 2020 ya que en cada fecha se pone la liga a la entrada del blog. 

#Semblanza #ElPersonajeDelDía #UnDíaComoHoy 7 de agosto de 1974 fallece Rosario Castellanos poetisa, periodista y embajadora que dio a México grandes aportaciones literarias.
Nació en Comitán, Chiapas, el 25 de mayo de 1925. Fue hija de César Castellanos y Adriana Figueroa. Su padre era hacendado. Su hermano murió siendo aún niño, lo que provocó un rechazo de su padre hacia ella debido a ser mujer, acontecimientos que marcaron su vida, definiéndola como escritora.
Estudió la carrera de Derecho pero la abandonó para dedicarse a las letras. Se graduó de maestra de Filosofía en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en 1950.
Con un beca del Instituto de Cultura Hispánica pudo cursar un posgrado en Estilística y Estética entre 1950 y 1951 en la Universidad Complutense de Madrid.
Regresando empezó a dar clases de literatura mexicana, iberoamericana, española, inglesa, francesa y norteamericana en la escuela Miguel Ángel y en la Universidad Motolinía de la ciudad de México, además de en el Instituto de Ciencias y Artes, en la Preparatoria de San Cristóbal y en la Facultad de Leyes de Chiapas; además fue académica de las universidades de México, Wisconsin, Indiana, Colorado e Iberoamericana.
En acción. (1)
Fue promotora cultural del Instituto Chiapaneco, directora del Teatro guiñol del Centro Tzetzal-tzotzil en el periodo 1956-1957. En la misma institución pero en la ciudad de México continúo laborando en el Departamento de Publicaciones hasta 1961, donde escribió textos para los promotores y comedias para el teatro guiñol.
Fue directora de información y prensa de la UNAM.
Como representante diplomática de México en Israel impartió clases en la Universidad Hebrea de Jerusalén entre 1961 y 1974.
Imponente. (2)
Debido a una descarga eléctrica al cambiar un foco de una lámpara, Rosario Castellanos falleció el 7 de agosto de 1974. Sus restos fueron sepultados en la Rotonda de los Hombres Ilustres (ahora de las Personas Ilustres) de la ciudad de México, por órdenes del presidente Luis Echeverría.
Algunos de sus cuentos  y poemas que están incluidos en antologías, se han publicado en inglés, francés e italiano.
Obtuvo el premio Xavier Villaurrutia en 1961 por su novela Oficio de tinieblas; el premio Sor Juana Inés de la Cruz y el Carlos Trouyet de Letras para la mejor obra literaria de 1967. El 6 de octubre de 1972 Luis Echeverría le otorgó el premio Elías Sourasky de Letras.
Sus obras:
Cuentos:
Ciudad Real, Universidad Veracruzana, México, Ficción, 17, 1960. Esta colección expone en forma cruda y exquisita el dolor y las deformaciones, producto de una civilización basada en la degradación de las razas y clases sociales.
Álbum de familia, Joaquín Mortiz, Serie del Volador, México, 1971: Recrea los prejuicios de la clase media urbana.
Los convidados de agosto, Era, México, 1974: En esta obra recrea los prejuicios de la clase media provinciana de su estado natal.
Rito de Iniciación: Con esta novela, Castellanos cierra el ciclo de trabajo en Chiapas e inicia una etapa citadina, influenciada por el entusiasmo, el vigor y la inteligencia de la nueva novela.

Ensayo:
La novela mexicana contemporánea y su valor testimonial, Instituto Nacional de la Juventud, Cuadernos de la Juventud, México, 1966.
La corrupción(1970).
Mujer que sabe latín..., Secretaría de Educación Pública, SepSetentas, 83, México, 1974; Secretaría de Educación Pública/Fondo de Cultura Económica, Lecturas Mexicanas, México, 1984.
El uso de la palabra, Excélsior, Serie Crónicas, México, 1974; Editores Mexicanos Unidos, México, 1987.
El mar y sus pescaditos (1975). Colección de artículos periodísticos. 

Novela:
De la vigilia estéril (1950).
El rescate del mundo (1952).
Oficio de tinieblas, Joaquín Mortiz, México, 1962: "está basada en un hecho histórico: el levantamiento de los indios chamulas, en San Cristóbal, en 1867. 
Balún-Canán (1957): Rosario Castellanos elabora en esta novela un relato en el que se entretejen los detalles de la vida cotidiana, retratando la gran pobreza indígena de Chiapas, con el latir de los conflictos raciales que con hondas repercusiones ha vivido la región de Chiapas.

Poesía:
Trayectoria del polvo, El Cristal Fugitivo, México,1948.
Apuntes para una declaración de fe (1948).
De la vigilia estéril (1950).
Dos poemas (1950).
El rescate del mundo, Dirección de Prensa y Turismodel estado de Chiapas, México, 1952.
Presentación en el templo, Madrid, España, 1951; 2a.ed., en Revista Antológica, México, 1952.
Poemas:1953-1955, Metáfora, México, 1957.
Al pie de la letra, Universidad Veracruzana, México,1959.
Salomé y Judith, Jus, Voces Nuevas, 5, México, 1959.
Materia memorable (1969).
La tierra de en medio (1969).
Poesía no eres tú, obra poética 1948-1971, Fondo deCultura Económica, Letras Mexicanas, México, 1972.
Lívida luz, Universidad Nacional Autónoma de México,1960.
Teatro:
Tablero de Damas(1952).
El eterno femenino, estrenada en 1976; Fondo de Cultura Económica, Popular, 144, México, 1975. Muestra una clara conciencia del problema que significa, para su autora, la doble condición de ser mujer y mexicana.
Misteriosa. (3)
 
Incluyo una entrevista realizada a Rosario Castellanos por María Sten en 1970, cuatro años antes de su muerte, publicada en un diario no especificado pero publicado en el libro 100 entrevistas, 100 personales, publicado por PIPSA.

Nació en Comitán, Chiapas, en 1925 y murió en Tel-Aviv, Israel, en 1974. Fue maestra en filosofía en la Universidad Nacional Autónoma de México, y llevó cursos de estética y estilística en la Universidad Complutense de Madrid. A su regreso ejerció la docencia en distintas preparatorias y universidades. Ocupó, entre otros cargos públicos, la dirección de Información y prensa de la UNAM, la secretaría del Pen Club, y la embajada en Israel. Publicó poesía: El rescate del mundo, Poemas dramáticos: Salomé, Judith, Al pie de la letra, Materia memorable y La tierra de en medio; novelas: Balún Canán y Oficio de tinieblas; y cuentos: Ciudad Real, Los convidados de agosto y Álbum de familia. Ganó los premios literarios Chiapas, Xavier Villaurrutia, Sor Juana Inés de la Cruz y Carlos Trauyet.

MUJER QUE SABE LATÍN

Rosario, dime ¿cómo llegaste a la literatura? ¿Podrías reconstruir el camino que has recorrido hasta llegar a ser famosa?
—Creo que el camino hacia la literatura fue absolutamente inconsciente. Yo vivía en un medio cultural muy pobre donde no se plantaba la posibilidad de la literatura como una forma de vida, ni siquiera como forma de expresión. Sin embargo, por una serie de experiencias personales muy dolorosas y difíciles, encontré que el hecho de formularlas en palabras me hacían disminuir  la angustia y entonces empecé a recurrir a esta formulación; claro que sin ninguna técnica, sin ningún domino del lenguaje, sin ninguna intención estética al principio. Era simplemente un calmante sicológico. Posteriormente, por ese tipo de problemas vitales tuve que dejar mi casa, iniciar una carrera y entonces me di cuenta de que la literatura era una disciplina que no solamente se podía disfrutar, sino también aprender. A partir de ese momento me dediqué a leer con un ímpetu antes reprimido y que poco a poco fue encontrando causes más apropiados.
Reflexiva. (4)
Comenzaste a escribir muy joven, si no me equivoco.
—Sí. La literatura era fundamentalmente algo mimético. Aparte de que necesitaba desahogarme más que expresarme, quería en los ratos de ocio tratar de dar forma a otros relatos, a otras narraciones; pero no tenía ningún modelo más que el periódico y de éste lo único que estaba a mi alcance mental era la página roja. Me dedicaba entonces a hacer unas especies de crónicas sobre crímenes usando palabras que hasta ahora ignoro lo que significan, pero que me sirvieron mucho como ejercicio.
Si bien recuerdo todo eso pasó en Chiapas, ¿verdad?
—Sí. En Comitán, donde vivíamos muy asilados y donde, incluso, el periódico, que era mi fuente de conocimientos, llegaba con retraso, cuando todas las noticias se habían convertido ya en historia.
Eres bastante multifacética: escribes poesía, novela, ensayo literario y artículos para la prensa ¿Cuál de estas actividades, de estos géneros, te acomoda más?
—Cada una de estas actividades, en su momento, cumple con mayor perfección lo que yo deseo hacer. Desde luego la poesía es la que saca a la luz los sentimientos más íntimos y la que me deja más tranquila, más satisfecha, más contenta de haber hecho algo que está más allá de mi voluntad y, en muchas ocasiones, más allá de mis posibilidades. Ahora bien, el ensayo me parece muy importante porque me aclara problemas teóricos , y el periodismo me permite tener un contacto directo con una gran masa de público.
Según tu propia experiencia, ¿crees que el escritor en México cumple con su misión? ¿Qué sus libros llegan a las amplias capas de lectores, o sigue siendo escritor para una minoría?
—Creo que hay casos, que desde luego son excepcionales, en los que el escritor logra un amplio margen de popularidad. Pero esta popularidad no siempre coincide con la calidad que se supone debe exigirse a la obra literaria. Creo que la literatura, entre nosotros, por la poca difusión de las obras de arte, por el alto índice de analfabetismo, continúa siendo una actividad de minorías para minorías.
¿Ves alguna diferencia entre la literatura mexicana y la literatura europea y norteamericana? Me refiero a algo muy específico… a rasgos muy característicos…
—Creo que la preocupación que hemos tenido en América Latina al escribir ha sido fundamentalmente denunciar los males sociales y tratar de remediarlos con esta denuncia. Pero a medida que la literatura se ha convertido en una profesión y en una profesión exclusiva, cuando hemos tenido contacto con otras tradiciones culturales, en las que vemos cómo funciona el arte puro, o cómo funciona en relación con el público, nos hemos dado cuenta de que es necesario atemperar este afán de mensaje y este deseo de modificar la realidad por medio de la palabra para manejar ésta como un valor en sí mismo. Creo que actualmente lo que ha dado gran vitalidad a la literatura latinoamericana es su contenido social, pero lo que está dando la calidad, lo que hace posible la traducción a otros idiomas, es el manejo del lenguaje como un valor en sí mismo. Creo que es la posibilidad de equilibrar su el mensaje con la forma es donde puede hallar su mayor mérito la literatura hispanoamericana.
Recordada. (5)
Hemos hablado varias veces acerca de la soledad, un rasgo muy característico de esta literatura.
—Creo que no hay libro hispanoamericano (y conste que la mayor parte de las grandes novelas nuestras no son novelas sicológicas, intimistas; no nos narran la vida familiar, sino que son grandes cuadros políticos) en que no haya una atmósfera especial, y esta atmósfera es de soledad. Pero quizá en quien más se respira la soledad –porque en el caso de García Márquez llegamos a olvidarla, porque es el telón de fondo de la narración tan rica en anécdotas, en colorido, que ya no nos damos cuenta de si los personajes son solitarios o no–, donde con más evidencia se muestra esta soledad, es en Juan Carlos Onetti.
¿Y tu también sientes esta necesidad de trasmitir la sensación de soledad, o no la sientes con tanta fuerza como otros escritores?
—Bueno, para mí la soledad ha sido una experiencia que se ha ido modificando con el tiempo. Mi adolescencia fue una desgarradura muy honda y algo que me parece insuperable. Posteriormente tuve una serie de vivencias, sobre todo poéticas, en las que se podía trascender la soledad gracias a ciertos sentimientos casi panteístas de comunión con la Naturaleza. Desde luego no me preocupa tanto describir las sensaciones que pueden darse en un ambiente solitario porque creo que en gran parte es producto, en muchos sentidos –por lo menos en la clase que yo conozco y que he tomado como tema de mis novelas–, de la ociosidad. Para mí, como escritora, el trabajo sería la manera de conjurar el problema del aislamiento humano.

EUFORIAS DE COMUNIÓN
¿Y este contacto tan vivo que tienes con el mundo que te rodea, se debe a influencia de algún filósofo, de alguna corriente filosófica, o llegaste a ello tú sola?
—Fundamentalmente fue una experiencia poética. Primero un contacto con las fuerzas inanimadas, luego con la gente. Después he tratado de racionalizar estos estados de ánimo, estas euforias de comunión con el resto del  mundo a través de ciertas teorías, especialmente las de Sartre.
Sí, Sartre es tu filósofo preferido…
—No tan preferido, sino de los pocos que están a mi alcance y eso no sé hasta qué punto.
Y dime, ¿piensas que existe una verdadera división entre la literatura masculina y femenina? ¿Se puede decir que las mujeres escriben de otro modo? ¿Simone de Beauvoir tiene un modo de pensar muy masculino, verdad? ¿Cómo te consideras tú a ti misma?
—No creo en el mito del sexo como un determinante o como una barrera que impide llevar a cabo ciertas tareas. Tal como no creo en el mito de la raza. Como ves estoy colocando en el mismo nivel los dos problemas. Pero tengo presente un hecho histórico real, que es la formación educativa muy distinta de los hombres y de las mujeres en Latinoamérica. Empezando porque la educación del hombre es mucho más compleja y se le supone abocado a la vida intelectual, suponiendo todo lo contrario de las mujer. También tenemos que tener en cuenta que los tabús de nuestra moral nos alejan de la posibilidad de un contacto con una serie de realidades y el uso del lenguaje nos impide no sólo conocer los sentidos de muchas de nuestras palabras, las alusiones que se hacen, sobre todo en el terreno sexual, sino también manejar un idioma que puede ser el del hombre. Esto naturalmente repercute en la obra literaria y le da una pobreza peculiar a las obras femeninas.
Quizás puedas explicarme por qué no hay en México una gran novela erótica, todas las escenas de amor están descritas con muchísimo pudor, sencillamente no hay páginas de amor.
—Quizás la vida amorosa no sea nuestro fuerte… Ya hemos dicho antes al respecto que la temática de la novela hispanoamericana es fundamentalmente política, de ella se puede hablar, a ella se puede aludir. El hispanoamericano guarda muy en secreto la vida de su casa, sus relaciones familiares, así como sus experiencias amorosas. Y si empezamos así, continuaremos por no poder formularlas como obra de arte.
Homenajeada. (6)
¿No piensas escribir una novela de amor?
—Creo que no podría escribir ni siquiera un poema sobre el amor… Salvo sobre un amor ya terminado, es decir, sobre las cenizas del amor.
Eres pues, la esencia misma de lo mexicano.
—Algo peor: la esencia misma de la mexicana.
Dime entonces, ¿sobre qué escribes ahora?
—Lo que me preocupa ahora es la vocación literaria y la posibilidad de realizar esta vocación a través de ciertas formas de visa.
¿Te refieres a la profesión de escritor o al mecanismo mismo de escribir?
—Más que nada a la profesión, es decir, cómo puede realizar en un país como el nuestro, una mujer como la nuestra, con los obstáculos que se le presentan, la vacación literaria. Qué tipo de vida puede llevar que le permita esta realización. Por ejemplo: a Sor Juan, en su época, no le quedó más remedio que escoger el claustro. Ahora ya no estamos en una situación extrema, pero habría que ver en qué situación estamos.
—La última pregunta: ¿Qué te gustaría ser sino fueras escritora?
—Me habría gustado mucho –dicen que a uno siempre le gusta lo que es incapaz de hacer– cualquier tipo de trabajo manual, o cualquier profesión  que implicara la habilidad manual. La medicina, por ejemplo, aunque soy absolutamente incapaz de ver un enfermo sin estar inmediatamente contagiada de todo lo que él tenga.

En el ensayo La novela mexicana contemporánea y su valor testimonial, se encuentra en la siguiente liga: Hispania.
En la siguiente liga se pueden descargas algunos poemas de Rosario Castellanos: Material de lectura.
Aquí el ensayo Mujer que sabe latín… : La Resolana.
  
Agradezco a la Ing. Patricia Silva Palacios, directora del Instituto de la Mujeres Unidad Xochimilco por permitirme el uso del libro 1,500 mujeres (Tovar Ramírez, 1996).

Imágenes tomadas de:

(3) Twitter.
(5) Bitácora de vuelos. Ilustración de Angelero.
(6) La capital. Ilustración de Allan Ramírez.
 
Con información de:
 (1) Tovar Ramírez, A. (1996). Mil quinientas mujeres en nuestra conciencia colectiva. Catálogo biográfico de mujeres en México. Documentación y Estudios de Mujeres, A. C. Primera edición.
 (2) Sten, M. (1970). Mujer que sabe latín. En 100 entrevistas, 100 personajes. PIPSA, Grupo Industrial y Comercial. 1991. (pp. 42-43).
 (3) Vida Alterna

      D. R. 2018 Darío Aguirre
      D. R. 2020 Darío Aguirre

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