Promotor de la independencia de México
Héctor Darío Aguirre Arvizu
21-10-09
#Semblanza, #ElPersonajeDelDía, #UnDíaComoHoy 9 de octubre de 1809 fallece Fray Melchor de Talamantes, mercedario de origen peruano, en las tinajas de San Juan de Ulúa, Veracruz, víctima de fiebre amarilla pero, sobre todo, víctima del arzobispado y de la inquisición, instancias que lo habían encontrado culpable de propugnar la independencia de México.
Melchor de Talamantes Salvador y Baeza, fue precursor y principal
ideólogo de la Independencia de México, junto con Primo de Verdad y quien, elaboró el primer
proyecto de organización constitucional de México.
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Fray Melchor de Talamantes. (1)
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Fue uno de los más celosos propagandistas de la Independencia de
Nueva España, a quien se debe la elaboración de diversos proyectos de
independencia. Nació en Lima, en el Virreinato de Nueva Granada, el 10
de enero de 1765. Fue mercedario, es decir, integrante de la Real, Celestial y Militar Orden de Nuesra Señora de la Merced, fundada en España por Pedro Nolasco en 1218 cuyo objetivo era el de redimir a los cautivos. Ello lo hizo desde los 14 años de edad.
Estudió en la
Real y Pontificia Universidad de la Ciudad de los Reyes de Lima, obteniendo el el grado de doctor en teología, de igual forma dentro de esta
misma institución también fue opositor a las cátedras de filosofía,
teología y sagrada escritura. Su personalidad y sus capacidades
intelectuales lo llevaron a colaborar con la élite limeña[1]. A Melchor le toco vivir hacia la segunda mitad del siglo XVIII, que fuereon tiempos convulsivos y confusos, con un gran debate entre la pervivencia de
tradiciones y el advenimiento de profundos cambios, jalonados por las
nuevas fuerzas que habrían de marcar el porvenir, enfrentándose contra
la dependencia, el colonialismo, la desigualdad y el clericalismo de la
sociedad virreinal. Las ideas políticas de la Ilustración (Montesquieu,
Rousseau, Voltaire, Mercier) y anticolonialistas de los economistas
clásicos (Smith, Raynal, Robertson), la Independencia de los Estados
Unidos en 1776 y la Revolución Francesa en 1789, ejercieron una poderosa
influencia sobre las clases ilustradas. Época de tensión, crisis y
cambios[2]. El pensamiento de Talamantes se nutrió en el estudio con libertad,
además de su educación religiosa se enriquecía con muchas obras
prohibidas por el Santo Oficio, tuvo una sólida formación gramática y
lógica, se formó como pensador con una sólida formación teológica-moral,
además, fue un religioso familiarizado con el derecho romano, canónico,
natural y especialmente con el derecho de indias. Un intelectual con
amplios conocimientos de historia y actualidad política, economía,
física y geográfica, así como de literatura, idiomas (griego, latín,
francés, inglés y vasco), la medicina, la moral y el derecho, una gran
variedad de intereses culturales y científicos.
En su paso por la Universidad obtuvo múltiples distinciones
académicas que le acompañaron toda su vida, encumbrándolo en el mundo
intelectual del Virreinato del Perú desde muy temprana edad, conoció al
connotado médico y profesor de la Universidad de San Marcos, el doctor
Unanue, quien fue precursor de la independencia del Perú y uno de los
firmantes de su Acta de Independencia, siendo también, posteriormente,
ministro bajo los generales José de San Martín y Simón Bolívar. Un
personaje quien sin duda marco al joven Melchor.
En el año de 1786
Talamantes solicitó su secularización, debido a sus desacuerdos con los
religiosos españoles. Debido a que el Vaticano se tardo en emitir una
respuesta, pidió su traslado a España en 1798, el que le fue concedido;
sin embargo, tras pasar por Guayaquil, hizo una escala en la Nueva
España. Desembarco en Acapulco el 26 de noviembre de 1799. Viendo agradables las tierras de la Nueva España se quedó a
residir en el convento de su orden en la ciudad de México. Ahí se volvió
un orador muy destacado, se dedicó al estudio asistiendo a diversas
tertulias como la de los marqueses de Guardiola y de Uluapa, en las de
la intendenta de San Luis Potosí y en las del Marqués de San Juan de
Rayas, y empezó a relacionarse con personajes importantes de la ciudad,
como Jacobo de Villaurrutia, oidor de la Real Audiencia y director del
Diario de México, quien le nombró censor del mismo, también se encuentra
documentada su correspondencia con el Virrey Iturrigaray, quien después
en 1807 lo nombraría comisionado para estudiar los límites de Texas con
Luisiana[3].
Esta titánica empresa que Talamantes desarrolló a título honorífico le
permitió reunir un vastísimo material, que ocuparía cinco volúmenes,
donde abordó además de la cuestión relativa a los límites, el tema de
los derechos de la corona española sobre dichos territorios. La
monumental obra, que lamentablemente quedó incompleta, anticipaba ya los
sucesos, que cuarenta años después, habrían de despojar al México
Independiente de la mitad de su territorio. También en este rubro,
Talamantes dejó constancia de su perspicacia visionaria, que
lamentablemente, no fue atendida[4]. El 14 de julio de 1808, la noticia de la abdicación de los reyes de
España y de la invasión napoleónica a la metrópoli, capturó de forma
inmediata la atención de fray Melchor de Talamantes, de los criollos y
algunos españoles, considerándola como la ocasión propicia para
proclamar la Independencia de España y formar juntas de gobierno, ya que
como el consideraba la soberanía "es un poder que existe siempre en la
nación y a los monarcas solamente toca su ejercicio". La sociedad nueva
hispana ante estos hechos se dividió en dos los americanistas, en su
mayoría criollos que pugnaban por la independencia, dominaban el
Ayuntamiento de la Ciudad de México, proponían formar una junta similar a
las que se organizaron en la metrópoli, que asumiera la soberanía
durante la ausencia del monarca y que confirmara a las autoridades del
reino, por otro lado los peninsulares, que dominaban en la Real
Audiencia, consideraban que el gobierno de Nueva España debía proseguir
sin alteración, manteniendo las mismas condiciones políticas, sociales y
económicas. Los debates no se hicieron esperar en sesiones de cabildo,
de gran Acuerdo, de Ayuntamiento, donde el doctor Talamantes intercalaba
sus propuestas y circulaba sus documentos. El 23 de julio de ese año,
Talamantes presentó al ayuntamiento de la Ciudad de México su proyecto
para la realización del “Congreso Nacional del Reino de Nueva España”,
en el que planteó los procedimientos que habría que seguir para
convocarlo con el fin de reestructurar políticamente a la Nueva España
como reino independiente, dado que la metrópoli se encontraba
incapacitada para gobernarla, y lo fundamento en la voluntad y deseo de
los habitantes, así propuso que el Congreso asumiera el poder,
explicándolo con un amplio conocimiento de las instituciones políticas y
jurídicas inglesas, francesas y norteamericanas y con claro sentido
práctico para la organización detalló las necesidades y problemas que
tendría que resolver el Parlamento soberano propuesto, señalando que el
Congreso debería velar por "la salud del Estado y el beneficio de la
patria [...] el bien de todos los actuales habitantes, sin distinción de
jerarquías, condiciones, naciones y sexos"[5]. Y complemento su presentación con su documento sobre la “Representación Nacional de las Colonias. Discurso Filosófico” [6].
Mientras tanto el Virrey José de Iturrigaray simpatizante de los
criollos, mantuvo una actitud ambigua y tímida aceptando por un lado las
propuestas del Ayuntamiento, pero dando cabida también las objeciones
de la Audiencia. Y fue precisamente su tibieza y falta de resolución lo
que posibilitó que la facción peninsular se adelantara en deponerlo.
Es entonces cuando ampliamente conocidos escritos de Talamantes, más
los crecientes rumores de que los criollos pretendían proclamar rey a
Iturrigaray, fueran la excusa para que a la medianoche del 15 al 16 de
septiembre de 1808, Gabriel de Yermo, rico hacendado español, y los
oidores dieran un golpe de Estado y detuvieran al virrey, a su familia, a
Talamantes, al síndico Primo de Verdad y al regidor Azcarate. Nombraron
a Pedro Garibay como sustituto del virrey, quien inmediatamente ejerció
una política de represión con el lema, “encierro, destierro o
entierro”, llenando las cárceles de presos políticos. La causa que se
formó en contra de Talamantes fue instruida, debido su condición
religiosa, por dos jueces como representantes de las jurisdicciones real
y eclesiástica respectivamente. Durante los meses de septiembre y
octubre, el padre Talamantes fue interrogado en varias ocasiones. Le
fueron recogidos e inventariados sus libros, papeles, muebles y enseres
-tanto de su celda conventual como del apartamento contiguo donde
despachaba-. Entre sus pertenencias encontraron documentos como las
“Primeras disposiciones para mantener a este reino independiente de la
dominación francesa”, “Un congreso nacional para el reino de Nueva
España”, “Alegato relativo a la soberanía e independencia de México” y
otros textos, en los que el fraile debatía acerca de la soberanía e
independencia de México, por supuesto fueron tomados como pruebas de
subversión.
El doctor Melchor Talamantes fue recluido en la prisión del
Arzobispado y la Inquisición el 8 de octubre de 1808 lo declararon
culpable de más de ciento veinte cargos condenándolo como reo por “haber
turbado la tranquilidad pública, induciendo a la independencia”, además
fue señalado como “un religioso inobediente y díscolo” [7],
se le negó defensor y el mismo se defendió brillantemente, con
serenidad, con su agilidad mental e inventiva, dignidad e incluso con
fino sentido del humor por medio de la ironía, de manera impresionante
respondió a la acusación de “inducir hacia la independencia y contra la
fidelidad que las colonias debían a la metrópoli y a su rey”, Talamantes
sagaz y sarcástico aduciendo a sus escritos señalo que constituían la
primera parte -a ser impugnada posteriormente- de una obra apologética
que debería intitularse: “Lo que conviene a las Américas: estar siempre
bajo la Dominación Española”. Incluso afirmó que, si ese argumento no
convencía a sus jueces, deberían concluir que su defensa de la
independencia no fue “práctica y civil sino cuando mucho filosófica y
especulativa”, debiendo imponérsele en todo caso un menor castigo, pues
sus “ejercicios literarios” pertenecían al ámbito de su pensamiento y
conciencia, lo que también lo convertía por ello en un mártir de la
libertad de expresión[8].
El 23 de marzo de 1809 se resolvió que sus delitos daban lugar a
proceder “a su pronto exterminio”, se le sentenció a la pena máxima,
pero para evitar escándalos y en deferencia a su condición de clérigo se
determinó enviarlo a España para que allá se le castigara como
procediera. El 10 de abril de 1809 lo sacan de la cárcel de la
Inquisición para llevarlo a la cárcel de San Juan de Ulúa en Veracruz,
encerrado en una de las estrechas y temibles “tinajas” húmedas e
insalubres, donde bajo condiciones inhumanas se contagió de la peste de
fiebre amarilla y de vomito prieto, ocasionando su muerte el 9 de mayo
de 1809, a los 44 años de edad, aunque algunos aseguraron que murió
envenenado. Fue enterrado en el cementerio de la Puntilla. Melchor de
Talamantes el autor del primer proyecto de organización político
constitucional destinado a organizar la vida independiente de México a
partir de la asunción de su propia soberanía, bajo el entendimiento de
una condición de libertad asequible por decisión, y para preservar la
estabilidad de la nación, se apropia de los incipientes derechos que
tenían como colonia, y exhibe la posibilidad de la emancipación como una
necesidad histórica bajo un proyecto pacifico sin violencia.
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