El cronista musical de la ciudad
Dr. Héctor Darío Aguirre Arvizu
18-08-05
23-08-05
Nota:
Debido a que Blogger de Google oculta las publicaciones hechas en el blog antes de 2018 a las búsquedas internas del
público, y en las
búsquedas externas coloca a las mismas como "no seguras", he decidido
volver a publicar todas las semblanzas realizadas en 2016 y 2017 el
mismo día a que correspondan en las efemérides. Todas las publicaciones
anteriores a junio serán reeditadas el siguiente año, pero puede accederse
a ellas a través de las Efemérides Mexicanas de este 2020 ya que en
cada fecha se pone la liga a la entrada del blog.
#Semblanza #ElPersonajeDelDía
#UnDíaComoHoy 5 de agosto de 1987 muere el compositor Salvador “Chava" Flores, considerado uno de los
más destacados autores de la música popular en el siglo XX, y quien describiera
el folclor urbano.
Nace el 14 de enero de 1920, en la calle de
la Soledad en el muy conocido barrio de la Merced. Sus padres fueron el capitán
de fragata Enrique Flores Flandes y la señora Trinidad Rivera de Flores. Tuvo
dos hermanos.
En su infancia, como experiencia personal que
lo influyó enormemente, vivió en casi todas las colonias del Distrito Federal
de aquellos años: la Doctores, la Roma, la Romita, la Cuauhtémoc, Peralvillo,
Tacubaya, San Rafael, Santa María la Redonda, El Carmen, Coyoacán, Santa María
la Ribera, Hipódromo Condesa.
Al salir de la primaria y por el
fallecimiento de su padre en 1933 tuvo que dejar la escuela para empezar a
trabajar para ayudar a la familia.
En 1943 ya era contador en su lugar de
trabajo y decidió renunciar para independizarse.
Un tiempo se dedicó a manejar una camisería
de su propiedad, de nombre Flores y Méndez, empresa que fracasó al poco tiempo,
por lo que trabajó en todo tipo de oficios: coser corbatas, mensajero,
repartidor de todo tipo de objetos, cobrador, auxiliar de contabilidad,
contador, comerciante, ferretero…
Tuvo también una salchichonería, pequeña
empresa que fracasó.
Ya en una imprenta que abrió con una migo
pudo editar la revista Álbum de Oro de la Canción, lo que le permitió conocer a
grandes compositores de aquella época, y los entrevistaba. Al fracasar la
imprenta, por falta de papel, en 1952 se inició como compositor, saliendo de su
creatividad las canciones Dos Horas de
Balazos y La Tertulia que fueron
impresas en acetao en enero de ese año.
Tuvo gran éxito y surgieron nuevas
producciones de su creación: Boda de Vecindad, Peso Sobre Peso (más conocida como La Bartola), La Interesada,
El Gato Viudo, Mi Chorro de Voz, Ingrata
Pérfida y Llegaron los gorrones,
canciones que hicieron mella en la población, llegando a conocerse en todos los
medios sociales.
Cómico. (2) |
A los éxitos anteriores se agregaron muchos
más: Pobre Tom, Vámonos al Parque, Céfira, Cerró
sus Ojitos Cleto, Pichicuás, Los Quince Años de Espergencia y, más
adelante, Sábado Distrito Federal, Voy en el Metro y A qué le Tiras Cuando Sueñas, Mexicano.
Su particular estilo le permitió difundir
aspectos de la vida de la ciudad que de otra forma pasaban desapercibidos por
“la Cultura” de las élites. Logró incursionar en teatros, cine, radio y
televisión (como se publicitaba a los que se quería promocionar).
Su participación en el cine fue en
relativamente pocas películas, en siete: Mi
Influyente Mujer, La Esquina de mi Barrio,
Rebeldes sin Causa, Bajo el Cielo de México, El Correo del Norte y La Máscara de la Muerte, y ¿A Qué Le Tiras Cuando Sueñas Mexicano?.
La sociedad de Autores y Compositores de
México afirma que tiene registrados más de 200 temas, aunque otras fuentes
reportan más de 300.
Fue calificado de varias formas en
agradecimiento a sus contribuciones: El
Compositor Festivo de México, El
Cronista Musical de la Ciudad, El
Folklorista Urbano de México y El
Compositor del Barrio.
Su obra abarcaba diferentes experiencias que
había vivido. Incluía canciones cómicas pero también canciones de románticas.
No consideraba su música fuera “de protesta”:
“A través de la música se pueden
decir muchas cosas; la música será siempre una memoria histórica, pero nunca se
va a poder hacer una revolución o una guerra con una canción, así que la
llamada canción de protesta no es más que un relato que describe la
inconformidad de algunas personas, y es ilógico pensar que con canciones se va
a cambiar el sistema. Eso se hace con trabajo y dedicación”. (2)
Tuvo diversas aficiones: la fotografía, la
filatelia, la lectura, el cine y el baile sus grandes aficiones.
Coleccionaba las música con las obras de los
grandes compositores mexicanos y extranjeros a quienes admiraba; sus
preferencias incluían la música clásica, la instrumental, temas de películas,
la zarzuela, el tango, y, obviamente, la música mexicana.
“La obra de Chava Flores trascendió a niveles
culturales y actualmente se le estudia en las escuelas primarias y secundarias.
Varias de sus canciones aparecen en los libros de texto gratuito, mientras que
en diferentes universidades se hace lo propio en la especialidad de sociología.
Obtuvo varios reconocimientos y premios de instituciones tanto públicas como
privadas, entre los que destaca la Medalla Agustín Lara, que la Sociedad de
Autores y Compositores de México le otorgó por su brillante trayectoria
artística.”(2)
En sus últimos años de vida estuvo en
Morelia, pero regresó a la ciudad de México donde falleció un día como hoy.
Aquí ligas a algunas de sus canciones.
Sábado Distrito Federal:
Una interpretación, A qué le tiras cuando sueñas mexicano:
La boda de vecindad:
Incluimos una entrevista realizada a Chava
Flores por Margarita García Flores y publicada en un diario no especificado en
1977, y reeditada en 100 entrevistas 100 personajes.
Nació y murió en la ciudad de México
(1921-1987) este tardío compositor. Defector de la carrera de Comercio y Administración,
un buen día se decidió por su afición al folclore urbano. Fue autor de más de
300 canciones, algunas de las cuales son ya clásicos de la cultura melódica
nacional: Los 15 años de Espergencia, Sábado Distrito Federal, Ingrata Pérfida
y A qué le tiras cuando sueñas mexicano. Es autor del libro de crónicas Mi
barrio y Mi pueblo. Intervino en seis películas e innumerables programas de
radio y televisión.
LA OBLIGACIÓN DE SER FELIZ
Chava Flores canta para los de a pie, los que
pasan su domingo en el bosque de Chapultepec, para los que se transportan en
Metro, para los que se emborrachan con pulques de Apam porque no le llegan a la
cerveza, para los que empeñan la palangana en el Monte de Piedad.
Él sabe a qué le tiramos cuando soñamos: a
encontrarnos un billete de millón en la calle, a conocer al Pepe (canción
escrita antes de) para que nos dé un hueso de ministro… Conoce bien a los que viven en la Pensil, en al Bondojito, en Héroes
de Padierna, en el Cuadrante de San Francisco. Ha visto a los teporochos que se
compran un alipús en la tienda de la esquina de su barrio, tienda que se llama “La ilusión del porvenir”. Conoce bien a los que vocean la noticia del
día: ¡La extraaa, muerto asesinado por un criminaaal!”
En sus canciones están los que, según los
pronósticos, no podrían resistir el shock del futuro (Lo que tu quieras,
Minigracia). Están todos los personajes del Distrito Federal que no aparecen en
las páginas de sociales de los periódicos, y sí muchas veces en la nota roja.
Para mí, Chava es nuestro cronista, el cronista de los marginados “¡Oiga usted,
si hubiera nacido cerca de una vecindad hubiera nacido en la calle! Nací en el
barrio de la Soledad. Mis recuerdos no llegan a tanto pero parece que sí era
una vecindad”. (Sonriente, voz delgada, moreno, bigotito muy bien recortado).
—Pero sí,
sí conozco muy bien la ciudad porque viví en todos los barrios de México.
Posiblemente mi papá no pagaba la renta y a cada rato nos cambiábamos de casa.
De la Soledad nos pasamos a la calle de Brasil, después a Revillagigedo, a
Arcos de Belén, a Doctor Vértiz, a Durango, a Zacatecas, a la colonia Escandón,
a la Guerrero, a Santa María. Puede decirse que México entero es mío. A esto,
agréguese que tuve una chamba de cobrador. Me mandaban a cobrar costillas de zapatos
–antes los zapatos de las damas llevaban una costilla para hacer el arco del
tacón–. Los zapateros vivían en la colonia La Bolsa, la Vallejo, eran colonias
baldías, casi desierto.
CANTAR DESDE LA CUNA
—No, ni siquiera sospechaba que luego compondría canciones. No sé
exactamente cómo fueron las cosas, pero por donde yo vivía pusieron una
imprenta, que no tenía mucho trabajo. Entonces a mí, que canto desde que hablo,
que conozco tantas canciones, se me ocurrió hacer una revista que bauticé como
El álbum de oro de la canción. Con la revista mi proponía que la imprenta
estuviera ocupada siempre. Me encargué de la revista y durante cuatro años la
sacamos. Hicimos cuatro tomos. Era una revista profesional, nunca se repetía.
La dediqué completamente a los compositores e intérpretes que siempre he
admirado. Al terminarse la revista por la escasez del papel, se me ocurrió
escribir una canción, precisamente en diciembre de 1951. Este año cumplo 25
años de composición. Mi primera canción se llama Dos horas de balazos.
—¿Es usted muy serio?
—¡No, no lo soy! Más bien soy jetón. Sí así soy desde niño, siempre he
llevado la música por dentro.
—¿Canta para los que no han
llegado, par los que no la hacen, para los que viven en el error, para aquellos
a los que la revolución no les ha hecho justicia?
—La verdad, canto para el pueblo de México, para nosotros. Me interesa
lo que sucede a la gente, nuestras fiestas, cómo vestimos, cómo nos divertimos,
cómo somos. ¿Se acuerda de un anuncio de la Lotería Nacional que decía “Encuentre
su bolita y sáquese los 80 millones”? Encontrar la bolita es saber para qué
sirve uno, qué le gusta hacer y dedicarse completamente a eso. No hacer lo que
otros nos obligan a hacer. La gente inactiva, para mi, es la que se levanta a
las cinco de la mañana y corre a trabajar, y anda de prisa en los camiones, y
se echa unos tacos y se va a la otra chamba, y llega muerto a su casa. No tiene
tiempo de pensar en sí mismo. ¡Somos como las planchas, si no nos enchufan no
nos calentamos! Cada quien tiene su propia actividad, su propio poder. Usted
puede ver que cuando un señor prende un switch se ilumina la ciudad, caminan
los trenes, las fábricas comienzan a trabajar, todo porque un señor movió un
switch, y nosotros tenemos algo mucho más poderoso que eso, cada quien lo lleva
en sí mismo. Eso es precisamente encontrar su bolita. Yo la encontré cuando
tenía 31 años, al escribir mi primera canción. La hice con la idea de saber los
problemas del compositor. Admiro a Curiel, a María Grever, a Lara, a Luis Alcaraz.
No, no son canciones para viejitos. En ocasiones veo a gente joven que si oye
una canción de ésas, bien cantada, llora. Y actualmente ningún compositor los
hace llorar. No encuentro nada en la música de hoy, ni en la mía. Bueno, le
decía que empecé a preocuparme por lo que sentía, por lo que sufrían los
compositores y fue en el tiempo en que dejé de escribir.
—¿Usted a qué le tira cuando
sueña?
—Mi señora me dice que no compre billetes de lotería, pero, dígame, si
yo no hubiera vivido cómo mucha gente, si no conociera a la gente, pues no
podría componer las canciones que hago. Algunas personas me han preguntado:
“¿Cómo se compone una canción?” Primero tiene uno que vivirla, que sentirla y,
¡claro!, luego tiene que saber hacerla,
si no, ¡dedícate a vender buñuelos! Admiro a la gente que hace algo que yo no
puedo hacer. Mando llamar al plomero para que arregle algo de la casa y a ese
señor ¡mis respetos!, lo mismo al carpintero o a la gente que trabaja en una
oficina, o en una tienda o en un camión. ¿Para qué le digo cuál es mi canción
consentida, si mi compañero no se la sabe y no la podemos tocar? Bueno, se
llama México de ayer, un México que recuerdo y que ya no existe. Sí, tengo
mucha nostalgia de ese México. Un gran porcentaje de los mexicanos estamos
descontentos del México donde vivimos. Pepe Guízar dice que como México no hay
dos, pero que somos tan ingratos que si hubiera dos ya nos hubiéramos largado
para el otro. ¿Qué por qué mi tristeza por el pasado? Es que usted y muchos más
no conocieron el México de ayer, que era apreciable, hermoso. Sí, muy pobre,
mucho muy pobre. No había escuelas. No había tiendas donde pudiéramos adquirir
lo que compramos ahora. Había pocos medios de trabajo. Mucha gente tenía que
acomodarse de barrendero. ¿Sabe una cosa? Lo de la flotación nos ha unido como
nos unió en el pasado. Ahora he notado que el mexicano está más cerca el uno
del otro, tratamos de entendernos más, de ser más parejos. ¡No, no es por las
posadas!
Infografía del compositor. (5) |
—En una de sus canciones dice
que antes había muchas pulquerías con un letrero que decía “Peligro,
pulquería”. ¿Había muchos borrachos tirados en la calle?
—¡Había muchas pulquerías y más borrachos! Había pocas escuelas y
pocos maistros y si agregamos que los
maistos se tomaban por borrachos…
súmele.
—¿Por qué es tan famoso el
pulque de Apam?
—No sé, es una región como Coñac, o como Tequila. Las pulquerías,
aunque nos hicieron mucho daño, pasaron a ser parte del folklor de México.
¿Nunca ha ido a la inauguración de una pulquería? Ahora se inauguran pocas,
pero antes había muchas, cuando lo que ahora son colonias se llamaban barrios,
cuando los mexicanos estábamos divididos en ricos y pobres, los ricos muy ricos
y los pobres muy pobres, tanto que estábamos divididos en dos clases: los
miserables y los muertos de hambre. Antes de ser inaugurada una pulquería
llegaba un gritón con una bocina para llamar la atención. Regalaban muchas
cosas. Cuando digo que toreábamo, no es que hubiera una corrida de toros.
Torear el pulque era venderlo de contrabando, porque los domingos y los días
festivos no se vendía pulque. Pero sabíamos que en la vecindad fulana (ahora a
las vecindades se les dice condominios) se estaba toreando el pulque y las
señoras que acostumbraban comer con su pulquito se ponían su rebozo y llevaban
su palangana y la tapaban muy bien par que no se dieran cuenta los policías
que, como siempre… (hace el gesto de espantarse las moscas).
—Hay otra canción de usted,
también excelente, que trata del problema de las casas en la ciudad de México,
de los apartamentos de renta congelada…
—Poco a poco la clase media fue adquiriendo potencia, y los pobres
salieron de las vecindades para ocupar apartamentos feos y oscuros. Ahora ya
tienen su condominio y dejaron los apartamentos de antes, aparentemente de
renta “congelada”, a los pobres. ¿Sabe lo que de veras quiere decir? El
mexicano pobre tiene su economía bien catalogada. Sabemos que si no pagamos la
renta a los tres meses, nos lanzan; pero ¿qué nos preocupa? El casero también
es mexicano, de aquí a que lleva los papeles al abogado pasan otros tres meses.
El abogado también es mexicano, de aquí a que hace sus porquerías y las lleva
al juzgado pasan dos años. El juez también es mexicano y de aquí a que mande el
caso con el actuario y le da la mordida… pasan los años. Pero no se crea que
todo es fácil. Nunca arreglan esos departamentos: si al vecino de arriba se le
ocurre llegar borracho, hay goteras toda la noche ¡Y las ratas y los
guachinangos!
—¿Por qué sus discos –donde están las canciones de las que hablamos– no están editados por
las grandes disqueras?
—Porque formé la compañía más chiquita del mundo. La hice en compañía
de mis hijos (seis mujeres y dos hombres). Angeleste –nombre de la compañía– quiere decir: Ma.
Gabriela, Ma. Luisa, Ma. Eugenia, Ma. Elena, Salvador, Ma. Teresa y Enrique.
Han aparecido dos discos, de siete. Y ame retiré de grabar porque hace diez
meses me operaron de las cuerdas vocales. De todos modos, antes no cantaba.
Ahora que me agregaros más cuerdas vocales también canto feo. Me dijo el doctor
¡póngase esas inyecciones en la vena! Pero como no me gusta l’avena me las puse
en el café con leche y ahora tengo un chisguete de voz.
—¿En sus canciones critica la sociedad mexicana?
—La gente cree que la critico porque hablo de ella. Sucede que entre
más altas son las esferas que visito más se quedan con los ojos cuadrados
cuando oyen mis canciones, porque no conocen al pueblo de México. ¿Aquí nos
despedimos? Quiero exigirle que cumpla con la sagrada obligación de ser feliz.
—¡Ya va! ¡Iguanas ranas!
Imágenes tomadas de:
(1) Periódico Raza Cero.
(2)
García Flores, M. (1977). La obligación de ser feliz. En 100 entrevistas, 100 personajes.
PIPSA, Grupo Industrial y Comercial. 1991. (pp. 86-87).
(3) Sopitas.
(4) Chido y Chale.
(5) Alternativo.
Con información de:
(1) García
Flores, M. (1977). La obligación de ser feliz. En 100 entrevistas, 100 personajes. PIPSA,
Grupo Industrial y Comercial. 1991. (pp. 86-87).
(2) SACM.
D. R. 2018 Darío Aguirre
D. R. 2023 Darío Aguirre
No hay comentarios:
Publicar un comentario