lunes, 28 de junio de 2021

Olga Costa

Benefactora de la cultura en Guanajuato

Dr. Héctor Darío Aguirre Arvizu
21-06-28

     #Semblanza, #Efemérides, #EfeméridesMexicanas, #UnDíaComoHoy, 28 de junio de 1993 muere la pintora de nacionalizada mexicana, Olga Costa, cuya obra pictórica se ubica en el impresionismo.
Olga Costa, pintora y promotora cultural.
      Nace en Leipzig, Alemania, el 28 de agosto 1913, siendo su nombre original Olga Kostakowsky Fabricant, nacida en una familia de origen ruso. Su padre Jacobo Kostakowsky, fue violinista y compositor de música sinfónica.
     Olga Costa quería ser bailarina, pero, ante la oposición de su madre, en razón de supuestamente haber demasiados artistas en la familia, se orientó a la pintura, tal vez por la observación d ella obra de Diego Rivera y Rufino Tamayo.
     Se trasladó a México en 1925 y en el año de 1933 estudió unos cuantos meses en la Academia de San Carlos.
     En 1935 contrajo matrimonio con el pintor José Chávez Morado.
     En 1936 y 1937, radicando en Xalapa, Ver., inició su autoformación como pintora, no teniendo horario fijo para pintar y ejerciendo para expresar lo que iba acumulando.
     En paseos por el campo pintaba el paisaje, las flores, los objetos, la belleza, la gracia, lo chistoso; solo pintaba las cosas que le agradaban.
     En 1945 fue invitada por Inés Amor a exponer en la Galería de Arte Mexicano.
     Participó en la fundación y dirección de la Galería Espiral, en la fundación de Arte Moderno, así como en la realización de escenografía y vestuario para el Ballet Waldeen.
     También participó en todas las exposiciones colectivas importantes de México y del extranjero, presentando en su conjunto más de 250 obras. Realizó murales en mosaico y azulejos como en el “Balneario de Agua Hedionda” en Cuautla.
     En 1966 se estableció en la ciudad de Guanajuato, junto con Chávez Morado, donde ambos impulsaron la actividad artística del estado. Olga estuvo convaleciente por su afección en la columna vertebral que la llevó a la muerte.
     En 1989 se realizó un homenaje a Olga Costa, durante el Festival Cervantino, y para 1990 se realizó una exposición retrospectiva de su obra en el Museo de Arte Moderno de la Ciudad de México. Ese mismo año obtuvo el Premio Nacional de Artes Plásticas.
La vendedora de frutas.
     A continuación reproducimos una entrevista que realizó Lohengrin Martínez Flores a la pintora Olga Costa y fue publicada en un diario no referido, en 1990, y vuelta a publicar en el libro 100 Entrevistas, 100 personajes, bajo la dirección de Vicente Leñero.
     Esta destacada pintora, mexicana por elección, vió la luz en Leipzig, Alemania el año de 1913, como hija primogénita del matrimonio Kostokowsky. Doce años más tarde, en 1925, pasó a residir en México. Decidió estudiar y pintar a México. Hizo lo primero en el Colegio Alemán, y lo segundo en la Academia de San Carlos, donde se convirtió en discípula de grandes pintores y grabadores. Fue así como Carlos Mérida la inició en el mundo del color; estudió litografía con Emilio Armero y asistió al taller del muralista José Chávez Morado, de quien se convirtió en esposa, a los 22 años de edad, en 1935. En 1941 formó parte del grupo fundador de la galería Espiral; en 1945 se integró a la Sociedad de Arte Moderno y en 1950 pasó a formar parte del Salón de la Plástica Mexicana y del Frente Nacional de Artes Plásticas. Expuso por primera vez parte de su obra en 1948, en la Galería de Arte Mexicano. En 1990 recibió el Premio Nacional de Artes.

LA DULZURA DE UN MEDIODÍA

     Sentada frente a una ventana por la que se filtra el fuerte sol de mediodía, Olga Costa (OC), sonriente, proyecta la fuerza de su alegría por la vida. Firme su mirada, escruta el universo y recuerda: “Llegué a México y me gustó, me hallé luego. Tenía 12 años, los había cumplido en el barco. La primera impresión que tengo de México es en Veracruz; la gente morena, los zopilotes que negreaban y un pan rico”.
     “Después, como estudiaba en el Colegio Alemán, y los alemanes tienen la costumbre de excursiones, salíamos a todos esos lugares que hoy están urbanizados. México era maravilloso, tenía un cielo azul como el de Guanajuato”. Nacida en Leipzig en 1913, primogénita de Jakof Kostakowsky, OC llegó a México en 1925. Estudió en el Colegio Alemán y más tarde en San Carlos, con Carlos Mérida. Fue amiga de Frida Kahlo y Diego Rivera, ha estado gran parte de su vida en Guanajuato, por lo que es considerada ciudadana distinguida de ese municipio.
     –¿Cuándo llegó la pintura?
     –No sé. Primero estudiaba música, pero comencé a ver pintura, murales, algunos cuadros de Diego y me empezó a llamar la atención. Luego José y yo nos casamos, fuimos a vivir a Jalapa y ahí nos pusimos a pintar junto con dos amigos. Pintábamos en una mesa chica. Entonces me interesé realmente por la pintura, con la gran sorpresa de que mis cosas se vendieron.
Autorretrato.
     La dulzura de su sonrisa se deja caer con una desaprensión casi ingenua, con una femineidad encantadora, alternada por su suave fluir de sus palabras que inundan la atmósfera de una tranquilidad acogedora, para ofrecer su generosa memoria.
     –En 1948 realicé mi primera exposición en la Galería Arte Mexicano, que era la única que había en México.
     – ¿Y los estudios?
     –Estudié cuatro meses en San Carlos, con Carlos Mérida. El resto del estudio fue ver pintar a los demás: a mi marido, a los amigos, cuando ellos empezaban.
     –¿Hubo algún momento en que se decidiera a comprometerse con la pintura?
     –El compromiso fue que me invitaron a exponer y el hecho de que mi pintura se vendía. Eso me comprometió, pensé que debía corresponder.
     –¿Qué significa para Olga Costa pintar?
     –Significa algo muy natural. Es algo que uno debe hacer. Una especie de escape a  muchas cosas y una satisfacción cuando sale bien.
     –¿Se gana mucho dinero pintando?
     –Se gana a veces. No todo el tiempo se vende. También hace uno muchas donaciones; creo que uno está obligado a hacerlas.
     –¿Usted es la primera pintora que recibe el Premio Nacional de Artes. ¿Qué piensa de este hecho?
     –Me gusta mucho porque nunca habían pensado en una mujer; creo que está muy bien que a las mujeres vayan reconociéndolas en todos los campos. Ser la primera mujer en México que lo recibe es satisfactorio.
     Olga Costa se emociona. Filtrado por la brillantez de sus ojos, su estado de ánimo alcanza a contagiar, y transando las vivencias con energía decide que “tengo que empezar a pintar algo porque si no me muero”.
     En plática relajada le recuerdo la historia del autorretrato que no quería pintar: “La pintura me la habían encargado para una exposición y Fernando Gamboa llamaba mañana, tarde y noche para ver si estaba terminada”. Una sonrisa fresca brota de sus labios, nos muestra una reproducción del cuadro y efectivamente aparece pintada con cara de disgusto. Lo ve, cierra rápidamente el libro: ¡Qué feo está!, y pide que se lo lleven.
     –¿Qué ha ganado Olga Costa con su pintura?
     –La pintura le da a uno cierta medida, cierta capacidad para poder hacer cosas. Por ejemplo, nosotros vamos a donar esta casa para museo. Hay muchos cuadros que tenemos aquí, otros están guardados y otros más en las bodegas de la Alhóndiga.
     –¿Hay influencia del maestro Chávez Morado en su obra?
     –No, pintamos totalmente distinto, aunque a veces pintamos codo con codo.
     –¿Y de otros pintores?
     –Ninguna que yo conozca. Hay un pintor que a mí me gusta mucho: Tamayo, pero nunca ha podido influirme.
     En la trayectoria de Olga Costa destaca una gran labor de promoción de la pintura: ha participado en la organización e impulso de instituciones de fomento cultural, sobresalen las que realizó junto con su compañero, como la organización del Museo de la Alhóndiga de Granaditas y la fundación del Museo del Pueblo de Guanajuato. En 1989 se montó una exposición para rendirle homenaje en el Museo del Pueblo, como parte de las actividades del Festival Internacional Cervantino. Actualmente, uno de sus cuadros más famosos, La vendedora de frutas, se encuentra en la exposición México, esplendor de 30 siglos, en el Museo Metropolitano de Nueva York.
La niña de las palmas.
     De su última producción, Olga Costa nos muestra lo que con el gran esfuerzo del amor a su oficio ha realizado a pesar de su delicado estado de salud. Llama la atención una pintura del arreglo floral que le obsequiaron en su último aniversario de bodas y un cuadro de su jardín en primavera. En estas pinturas, como en toda su obra, el color asalta la vista, alegre nos impregna y nos lleva por los laberintos del mundo de Olga Costa.
     Antonio Rodríguez, a propósito de la exposición homenaje del año pasado, dice “OC no abandona los árboles y el campo, las montañas y los ríos, las casas y la ciudad, las flores y los frutos, pero todo, como un acto de magia, se vuelve diferente, raro, como algunas de las flores que ella llama así; esto es, fantásticas y casi abstractas”.
     –¿Qué significa para usted ganar el Premio Nacional de Artes?
     –No sé, para mí ahora implica muchos problemas. Tengo que viajar a la ciudad de México y estoy enferma. Ni hablar que estoy contenta, aunque nunca había pensado en ganarlo.
     Olga Costa no espera más preguntas. Habla de su largo matrimonio con Chávez Morado: “Son muchos años, no es común que duren tanto tiempo y menos con gente del mismo oficio –otra vez la sonrisa–casi siempre acaban peleados”.
     El estudio de OC, meticulosamente ordenado, sobrio, solemnemente alegre, fue quedándose atrás, y con él y con nosotros, el color de las flores, el campo, los frutos y la vida. Y con ella, la imagen serena, alegre y generosa de Olga Costa frente a la ventana, pintando tal vez los sueños de todos.

     Con información de:
     (1) Tovar (2013). Mil quinientas mujeres en nuestra conciencia colectiva. Edición de la autora, versión pdf.
     (2) Martínez Flores, L. (1990). La dulzura de una melodía. Entrevista contenida en el libro 100 Entrevistas, 100 personajes, bajo la dirección de Vicente Leñero y publicado por PIPSA. 1990.
      Imágenes tomadas de:
     (1) Periódico AM.
     (2) Mexicana.
     (3) Google Arts and Culture.
     (4) 3 Minutos de Arte.

     D. R. 2021 Darío Aguirre 


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