Democratizador de la Cultura
Dr. Héctor Darío Aguirre Arvizu
23-11-13
#Semblanza, #ElPersonajeDelDía, #UnDíaComoHoy 13 de noviembre de 1834 ace en Tixtla (hoy estado de Guerrero) el poeta mexicano Ignacio Manuel
Altamirano Basilio, quien ganará merecida fama como patriota liberal, abogado, orador,
militar, educador, político, diplomático y novelista. Además de luchar al lado
de Benito Juárez contra el imperio francés, fue maestro y servidor público.
Autor de obras como La navidad en las montañas y El Zarco. Muere el 13 de
febrero de 1893.
Ignacio Manuel Altamirano nació en Tixtla, un pueblo en el estado de
Guerrero cuya población era mayoritariamente indígena. Hasta casi la
adolescencia, no hablaba muy bien el español, sin embargo, en 1849
obtuvo una beca para estudiar en el Instituto Literario de Toluca.
Acompañado por su padre, Manuel emprendió el viaje desde Tixtla hasta
Toluca. Algunas de las materias que se impartían en el Instituto eran
Latín, Matemáticas y Gramática, además de algún instrumento como piano o
flauta y “cursos abstractos, tales como la Física”. Más adelante, el
joven estudiante también recibió cursos de comercio, industria y
agricultura.
Desde un principio la inteligencia de Manuel se hizo notar: comenzó a
estudiar francés y a traducir textos. En 1851 fue nombrado
bibliotecario del Instituto, lo que le permitió reforzar su formación a
través de la lectura de obras de escritores mexicanos y extranjeros.
Para entonces ya sabía muy bien francés, inglés y latín, y ese mismo año
comenzó a escribir poemas.
Uno de los acontecimientos más relevantes en su formación y en su
vida en general, fue que en el Instituto conoció a Ignacio Ramírez, el
Nigromante, pues, aunque Altamirano ya había tenido conocimiento de
textos de autores fundamentales del liberalismo, como Rousseau,
Voltaire, Montesquieu y los enciclopedistas en general, Ramírez lo llevó
a profundizar en la política mexicana y le mostró “la urgencia de la
intervención de los intelectuales comprometidos con la lucha liberal”.
A los 20 años, Altamirano ingresó al Colegio de San Juan de Letrán,
de la Ciudad de México, pero al estallar la Revolución de Ayutla, cuyo
fin era terminar con la dictadura de Antonio López de Santa Anna, el aún
joven estudiante suspendió su formación para tomar las armas al lado de
general Juan Álvarez, quien además era su amigo y protector, y regresó a
las aulas después de la dimisión de Santa Anna.
En 1858, cuando los conservadores aún trataban de recuperar el poder,
comenzó a acudir, junto con sus compañeros Juan Díaz Covarrubias,
Manuel Mateos, Alfredo Chavero y Manuel M. Flores, a la Cámara de
Diputados para apoyar vivamente los discursos de Melchor Ocampo,
Francisco Zarco e Ignacio Ramírez. Este conflicto entre los bandos
liberal y conservador deriva en la Guerra de Tres Años, en la que
colaboran Manuel y sus amigos con la publicación de propaganda impresa.
En el contexto de esa guerra se inscribe el indignante episodio conocido
como la matanza de los mártires de Tacubaya, en donde son asesinados,
entre otros, dos grandes personajes y amigos de Altamirano: Juan Díaz
Covarrubias y Manuel Mateos. La indignación obliga al resto de los
amigos a tomar las armas en 1859, mismo año en que Altamirano recibe su
título de abogado.
Más tarde, este hecho lamentable lleva a Ignacio Manuel Altamirano a
escribir el notable discurso “Contra la amnistía”, que constituye su
airada respuesta al intento de aplicar tal recurso a los conservadores
tras la guerra:
“…juzgo que este decreto sería hoy demasiado inoportuno y altamente impolítico… Sería inoportuno, porque la clemencia, como todas las virtudes, tiene su hora. Fuera de ella no produce ningún buen resultado, o hablando con toda verdad, produce el contrario del que se deseaba. […] La amnistía ahora no sería la palabra de perdón, no sería la caricia de la fuerza vencedora a la debilidad vencida, sería una capitulación vergonzosa, un paracaídas, una cobardía miserable…” [1]
Al finalizar la guerra, Ignacio Manuel Altamirano es nombrado
diputado por el distrito de Chilapa, estado de Guerrero, en donde hace
gala de su maestría en el arte de la retórica, pero durante la invasión
francesa vuelve a tomar las armas, nuevamente bajo las órdenes de Juan
Álvarez. Su vehemencia y radicalismo lo llevó a oponerse al mismo
presidente Benito Juárez, a causa de su permanencia en el poder.
En el aspecto literario, Altamirano fundó periódicos y revistas,
entre los que destaca El Renacimiento, en 1869, nombre que no alude al
Renacimiento europeo, sino a un renacimiento nacional. De esta manera se
convirtió en un promotor de la cultura nacional, haciendo
reiteradamente llamados a los artistas a que volvieran su mirada hacia
la riqueza de los paisajes, los personajes y la cultura nacionales y lo
expresaran a través de sus obras. También organizó tertulias y veladas
literarias, algunas en casas de personajes relevantes en la cultura y la
política, en donde el ambiente de lujos provocó que muchos invitados
con menos recursos se alejaran. Eso estimuló a Altamirano –a quien para
entonces ya casi todos llamaban “maestro”–, a promover la publicación de
las obras con recursos obtenidos de las mismas reuniones.
De su faceta como escritor, entre sus obras más conocidas se
encuentran las novelas Clemencia, de 1869; La Navidad en las montañas,
de 1871 y El Zarco, publicada póstumamente en 1901.
He aquí por qué, tanto desde el ámbito político, hasta el cultural y
el militar, Ignacio Manuel Altamirano fue un precursor de los derechos
humanos: como agente democratizador de la cultura; como defensor de la
democracia –afín a los derechos humanos– y, desde el ámbito militar,
como defensor de las causas libertarias.
Finalmente, con la salud deteriorada por la diabetes, contrajo,
además, tuberculosis pulmonar. Añorando el regreso a la patria, Ignacio
Manuel Altamirano falleció en San Remo, Italia –desempeñaba un cargo
diplomático–, el 13 de febrero de 1893.
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