sábado, 24 de abril de 2021

Manuel M. Ponce II

Compositor romántico


Dr. Héctor Darío Aguirre Arvizu
21-04-18



     #Semblanza, #Efemérides, #EfeméridesMexicanas, #UnDíaComoHoy 24 de Abril de 1948 muere el compositor mexicano Manuel M. Ponce, considerado el precursor del Nacionalismo Musical Mexicano. Entre sus obras destacan Estrellita, Concierto para piano número 4, Balada mexicana y Concierto del Sur. Había nacido el 8 de diciembre de 1882.


     Aquí reproducimos una entrevista que realizó Francisco Xavier Hernández al maestro Manuel M. Ponce y fue publicada en un medio no especificado en agosto de 1943 y que es reproducida en el libro 100 Entrevistas, 100 Personajes, publicado por PIPSA con la coordinación de Vicente Leñero en 1991.

     (1886-1948) Originario de Fresnillo. Zacatecas, realizó estudios en el Conservatorio Nacional de Música y, posteriormente, se trasladó a la ciudad de Aguascalientes, donde fue organista en el templo y profesor de la Academia de Música. En 1904 viajó a Estados Unidos para ofrecer varios conciertos, como ejecutante, posteriormente se trasladó a Europa para perfeccionar sus estudios den el Liceo Musical de Bolonia, en Liszt-Verun y en el Ster’shez Konservatorium de Berlín. Al regresar a México se integró como profesor del Conservatorio Nacional, del cual llegaría a ser su director, para instituir la cátedra de folclor musical. Con el paso de los años, algunos de sus alumnos fueron Carlos Chávez, Salvador Ordoñez y Antonio Gomezanda. Colaboró para publicaciones como Excélsior. Alcanzó gran popularidad con sus composiciones A la orilla de un palmar, Estrellita, La pajarera.

     –¿Es usted partidario de las viejas canciones y de los viejos compositores; o bien prefiere usted la música moderna con todo su ritmo de convulsiones y de sensualidad?
     –Buenos compositores, buenos músicos, los hubo ayer; pero tampoco ahora escasean. Lo cierto eres que, sin embargo, nadie comprende hoy, al parecer con esa inspiración que hacía perdurar la vieja música que aun ahora se escucha con un raro deleite. Casi todos los compositores modernos confiesan que no conviene hacer esa clase de música; comercialmente no da para vivir. Por ello es que, aunque con brillos fugaces y efímeros triunfos, los modernos músicos prefieren componer toda esa gama de tangos y zambucos y danzones y boleros que tanto gustan y que tan rápidamente popularizan.
     Cerca de su amado piano, de sus papeles pautados en los que ha quedado impresa la inspiración que dio forma universal a su persona, el maestro Ponce –cimera de plata, musical espíritu–, comenta de antaño los recuerdos de su vida y expone, sin querer, los motivos de su fama. Y unida a su celebridad hay una canción (y otras muchas), Estrellita, que todo México ha cantado siempre; que todo México ha sentido siempre. Será porque Estrellita fue una canción que inspiró un lucero rutilante de nuestro propio cielo.
     –En 1905 –me dice el maestro Ponce– ya tenía armonizadas mis canciones, cuando me fui a Europa. Durante mi permanencia allá, noté con sorpresa y satisfacción que las muchachas de Boloña, donde fui a estudiar, cañaban con facilidad y con gusto mis estilizaciones de cantos populares mexicanos. Eran aquellas mis canciones favoritas: Marchita el alma, Ven, oh luna, La barca del marino, Perdí un amor… Recuerdo que un famoso barítono, Venturini, las cantaba todas. En 1909 regresé a Europa, y a la muerde de Ricardo Castro, yo lo sustituí como profesor de piano en el Conservatorio.
     –¿De qué modo ha compuesto usted sus canciones populares?
     –Ellas han sido inspiradas, verdaderamente, en las fuentes vernáculas. Aquellas estilizaciones mías tuvieron su origen en las ferias de la época; en los cantos del pueblo que se escuchan en los palenques de los gallos y en las partidas de juego de las fiestas de pueblecitos y de ranchos. Esos mismos cantos, trasladados al papel, me sirvieron para armonizaciones especiales para producir mis canciones. Con esos temas hice mis rapsodias mexicanas, mi Balada mexicana. Había que procurar, por supuesto, conservar determinados elementos  de auténtico sabor popular, como en el caso de Ala orilla de un palmar, en que el “yo vine”…, característico del siglo XVI, pasó a dicha canción tal como antes se decía. Todos esos cantos, armonizados, fueron tocados en salones y conciertos. Hasta un poco antes había existido desprecio por el nacionalismo, hacia las cosas populares; hasta los compositores de la época ponían títulos en francés a sus canciones; estábamos europeizados. Y esa evolución, ese resurgimiento del espíritu nacionalista coincidió con la Revolución. Entonces empezó así un intercambio de cantos regionales, motivado por el constante movimiento de tropas y de soldaduras. De ahí que las canciones del norte –La Valentina, La Adelita– se cantaran después por toda la República. Por lo que se refiere a mis canciones populares, éstas se cantaron en Estados Unidos y en Sudamérica y fueron también conocidas en todo el mundo, interpretadas como fue mi música por artistas tan grades como Caruso, Fleta y Tito Equipa.
     –¿Y qué opina usted de la música de moda y de los compositores modernos?
     –Que casi toda ella es una música con ritmos extranjeros, hecha –es cierto– por muchachos de talento. Algunos jóvenes compositores de éstos fueron mis discípulos, y siempre les aconsejo que ya que tienen facilidad melódica y talento musical, vuelvan a la tradición de nuestros cantos autóctonos, porque yo considero que esa labor es importantísima para conservar la idea de patria en el pueblo. Deploramos que esos muchachos no sigan ennobleciendo nuestra música; o componiendo en el sentido auténtico mexicano, porque en el extranjero no pueden conocer así nuestro estilo peculiar en composiciones que tienen como base ritmos y melodías de carácter extraño a nuestro ambiente.
     –¿Desde cuándo puede decirse que apuntan estas características que usted insinúa en nuestra música moderna?
     –Ese cambio se ha notado a partir de 1918.
     –¿Podría decirse que esta música tiene, sin embargo, algún mérito?
     –Algunas de estas canciones modernas son muy bonitas y han tenido éxito en el extranjero: además, tenemos que confesar que esta música híbrida, inspirada en tangos argentinos, zambucos colombianos, boleros cubanos y jazz americano, es ahora la que mejor éxito pecuniario albana y no así la popular.
     –¿Qué opina usted del compositor Agustín Lara?
     –Lara es un melodista de facultades extraordinarias; sin embargo, él podría encausar esas facultades por el camino de lo auténticamente mexicano.
     –¿Usted logró obtener, maestro Ponce, algún beneficio económico de su producción musical?
     –No, la canción que pudo hacerme rico fue Estrellita, compuesta en 1912, en plena Revolución. Pero dado el momento en que fue elaborada, no era posible pensar en beneficios económicos  y muchas casas extranjeras no tuvieron escrúpulos  en hacer ediciones a su antojo, y hasta la fecha, las gestiones que he hecho para conseguir que se paguen derechos, han fracasado.
     –¿Sabremos, al menos, maestro, cuál fue el motivo que inspiró su famosa canción Estrellita?
     –Yo iba rumbo a Aguascalientes, a pasar mis vacaciones de invierno, como de costumbre, con mis familiares. A bordo del tren contemplaba el paisaje nocturno, y apoyada mi cabeza en la palma de mi mano, mis ojos se fijaron en una estrella que brillaba intensamente en la comba del cielo. Esa fue… esa estrellita fue mi inspiración.
     –Últimamente, maestro, usted ha sido objeto de crítica por una de sus últimas realizaciones.
     –Sigo siendo el romántico de siempre; pero tengo que evolucionar. No he cometido más pecado que el haber escrito mi Concierto para violín, que todo el mundo aplaudió en una de las audiciones de la Sinfónica de México. La crítica fue adversa o fingió demostrar gran desdén por mi concierto, y un señor que dice que es músico, ha llegado a decir que cuando escribo música me engaño a mí mismo.
  
      Imágenes tomadas de:
    

     (1) Cultura Colectiva.     

     Con información de:  

     (1) Hernández, F.  X. (1943). El romántico de siempre. Entrevista contenida en el libro 100 Entrevistas, 100 personajes. Coordinado por Vicente Leñero. PIPSA. México. 1991
    
D. R. 2021 Darío Aguirre

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