Organizador de las finanzas porfiristas
Dr. Héctor Darío Aguirre Arvizu
18-08-27
#Semblanza, #Efemérides, #EfeméridesMexicanas, #UnDíaComoHoy 27
agosto de 1935 fallece José Yves Limantour Marquet , uno de los políticos más
importantes en el porfiriato, organizador de las finanzas y el proceso de
desarrollo del país en esos años.
Todo mexicano debe conocer a este personaje.
Nació en la ciudad de México el 26 de diciembre de 1854..
Fue hijo de Joseph Limantour, quien fue capitán de goleta
originario de Bretaña, y de Adela Marquet, de Burdeos, ambos originarios de
Francia.
De familia adinerada, desde su infancia asistió a los mejores
colegios privados, y realizó un viaje a Europa a los 14 años. Tras esto,
ingresó a la Escuela Nacional Preparatoria en una de las primeras promociones
de la institución, en la que permaneció hasta 1871; de ahí pasó a la Escuela
Nacional de Jurisprudencia, en donde logró graduarse como abogado en 1876.
Posteriormente tomó en Europa diversos cursos de economía y administración.
Se desempeñó como profesor en la Escuela Superior de Comercio, en
la que impartió la clase de economía política, y de derecho internacional en la
Escuela Nacional de Jurisprudencia. Además tuvo importante participación en la
publicación de la revista jurídica El
Foro entre 1877 y 1882.
Llegó a ser miembro de la Junta de Desagüe del Valle de México y
diputado al Congreso entre 1880 y 1890. Pero su carrera en el servicio público
fue en ascenso cuando en 1886 la Secretaría de Gobernación le encargó un
estudio económico acerca de la baja de la plata.
Fue diputado al Congreso de la Unión (1892), también fue
presidente de la Junta de Saneamiento (1896) y de la de Provisión de Aguas
Potables (1903).
Participó en la Unión Liberal que encabezaba Justo Sierra, pero su
labor más destacada fue en el campo de las finanzas públicas. Fue designado
oficial mayor de la Secretaría de Hacienda, que estaba a cargo de Matías Romero
y poco después se encargó temporalmente del Despacho. En mayo de 1893 fue
designado secretario de Hacienda y Crédito Público, cargo que conservó hasta
que fue nombrado Secretario de Gobernación para concertar la paz con los
revolucionarios y poner fin al gobierno de Porfirio Díaz, en mayo de 1911.
Siendo secretario de Hacienda fue identificado como la cabeza del
grupo positivista de los “científicos”, grupo informal que rodeaba al dictador
Porfirio Díaz, llamados así por las clases populares porque eran cultos y
proponían una dirección “científica” del gobierno para lograr un desarrollo
“científico” del país (lo que ahora llamaríamos una Epistemocracia, el gobierno
por la ciencia, que, por cierto, ha evolucionado mucho desde aquellos años).
El
grupo de los “científicos” fue muy importante en la economía y las finanzas
porque sus miembros actuaron como representantes del gobierno ante los bancos
en calidad de consejeros, otros como asesores fiscales y otros más llegaron a
servir de intermediarios entre el gobierno y los capitalistas extranjeros
interesados en invertir en México.
Los científicos iniciales liderados por Limantour, fueron Justo
Sierra, Joaquín D. Casasús, Francisco Bulnes, Pablo y Miguel Macedo, Manuel
Flores, Ramón Corral y Enrique Creel. Todos ellos se enriquecieron a la sombra
y protección del gobierno, abusaron de sus posiciones oficiales y monopolizaron
las facilidades financieras del país, con lo que ganaron el repudio de las
clases medias y populares excluidas de estos privilegios.
El propio Limantour es señalado por John Kenneth Turner como autor
de actos de corrupción en la venta diferida de los ferrocarriles mexicanos a
Harriman:
“los miembros de la camarilla de Díaz
recibieron, como su parte del botín, muchos millones de dólares por medio de
maniobras con las acciones y valores al efectuarse la fusión. En conjunto,
constituyó probablemente el caso más colosal de despojo que hayan llevado al
cabo los destructores organizados de la nación mexicana…En este negocio con
Harriman, el mismo ministro de Hacienda, Limantour, fue el maniobrero principal,
y Pablo Macedo, hermano de Miguel Macedo, subsecretario de Gobernación, fue
primer lugarteniente. Se dice que como premio por su intervención en el
negocio, Limantour y Macedo se repartieron una utilidad de 9 millones de
dólares en oro, además de que al primero se le hizo presidente y al segundo
vicepresidente, del consejo de administración de las líneas unidas, puestos que
todavía ocupan”.
Candidato permanente del grupo de los “científicos” para suceder a
Díaz en la presidencia de la República, Limantour fue utilizado por el dictador
para enfrentar al general Bernardo Reyes, gobernador de Nuevo León, que tenía
aspiraciones similares. En la víspera de su cuarta reelección, Díaz expresó a
Limantour que no se reelegiría y que lo apoyaría como su sucesor siempre y
cuando lo aceptara Reyes. En marzo de 1899, Limantour consiguió la anuencia de
Reyes a cambio de nombrarlo secretario de Guerra y Marina; este acuerdo entre
ambos se conoció como el “pacto de Monterrey”. A continuación, Díaz envió a
Limantour a Europa a negocios de la deuda externa, y mientras lo descartó como
candidato presidencial por ser hijo de padre francés y por lo tanto, no cumplir
los requisitos constitucionales. Entonces, Díaz quedó nuevamente ante la
opinión pública como el único candidato viable y se reeligió.
Sin embargo, el grupo que encabezaba Limantour sí deseaba
sustituir a Díaz en su momento, por lo que miraban hacia una democracia que les
permitiera tomar el poder mediante un cambio evolucionista. En 1904 se corrió
el rumor de que Limantour heredaría el poder de Díaz, lo que desató una
reacción popular contra Limantour y los científicos por su lejanía a la
realidad nacional y la protección que brindaban a los intereses extranjeros en
México. Díaz siguió alentando la rivalidad entre Limantour y Bernardo Reyes
para seguir gobernando dictatorialmente.
Limantour fue personaje muy destacado en la formulación de la
política de desarrollo hacia afuera, basado en la inversión extranjera directa
y la exportación de materias primas que adoptó Don Porfirio y que obtuvo logros
no conocidos hasta entonces en nuestro país -debidos en buena medida a la
“estabilidad política” impuesta por la dictadura-: la supresión de las
alcabalas; el equilibrio presupuestal; el impulso a las obras de infraestructura
material; tales como puertos, ferrocarriles, urbanización, etcétera; la reforma
monetaria, por la que rescató de particulares las casas de moneda; la
consolidación del sistema bancario y buen crédito internacional; los nuevos
impuestos a la producción; el nuevo arreglo de la deuda pública; el fomento a
la inversión extranjera en la minería, la industria y el comercio. También se
logró, por primera vez, una balanza comercial favorable.
Limantour escribió (Apuntes sobre mi vida pública):
“La nivelación efectiva de los ingresos y
egresos normales, el arreglo de toda deuda nacional y la reorganización a la
vez que la moralización de las oficinas de Hacienda, fueron los tres puntos
fundamentales del programa que desde los primeros días, y de toda preferencia, me
propuse llevar a efecto. Pensé también desde entonces en abordar otros dos
problemas de cuya solución esperaba yo mucho para el desarrollo de todo el
país: la abolición de las alcabalas y la legislación bancaria”.
Asimismo, Limantour organizó el sistema bancario mediante la Ley
General de Instituciones de Crédito 1897.
También aconsejó a Porfirio Díaz diversificar la inversión
extranjera, atrayendo capitales europeos que pudieran contrarrestar la
influencia norteamericana y estar en posibilidad de negociar desde una posición
más firme, sin embargo, al final del régimen porfirista, la inversión
norteamericana ascendía a 1,500 millones de pesos, en contraste con la inglesa
que sólo llegaba a 200 millones y la francesa que era de 100 millones. Un
propósito similar de diversificación de las inversiones, se atribuye a la
compra de acciones de las empresas extranjeras que realizó Limantour para
fundar los Ferrocarriles Nacionales de México.
Como miembro prominente del grupo de los científicos, Limantour
era un convencido del darwinismo social, como lo expresó en uno de sus
discursos:
“los débiles, los mal preparados, los que
carecen de elementos para consumar victoriosamente la evolución, tienen que
sucumbir, cediendo el campo a los más vigorosos, o que por las características
de su modo de ser lograron sobreponérseles y pueden trasmitir a su descendencia
las cualidades a las que debieron la supremacía”.
También tuvo un papel relevante en el embellecimiento afrancesado
de la capital mexicana: intervino en obras tales como varias modificaciones al
Bosque de Chapultepec, el Hemiciclo a Juárez, el Palacio Postal, el Teatro
Nacional, la Cámara de Diputados y el Palacio Legislativo (que no terminó de
construirse y ahora lo conocemos como Monumento a la Revolución).
Al estallar la rebelión maderista, intentó llevar a cabo reformas
políticas necesarias para mantener la sociedad que había creado el porfiriato.
Ante el avance revolucionario, en marzo de 1911 viajó a Nueva York
a intentar acuerdos con los familiares de Madero y con el doctor Francisco
Vázquez Gómez, mismos que no logró. Posteriormente, ya en la ciudad de México,
entre marzo y mayo estableció negociaciones con Madero para suscribir los
Tratados de Ciudad Juárez por los que cayó la dictadura de Díaz el 25 de mayo
de 1911, pero que preservaron el poder establecido.
Limantour, siempre fiel al general Díaz, lo acompañó al exilio,
avecindándose en París, en donde se dedicó a atender negocios particulares.
Murió en esa ciudad el 27 de agosto de 1935, a la edad de 80 años.
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Imágenes tomadas de:
(1) Wikimedia.
(2) Twitter.
Con información de:
D. R. 2018 Darío Aguirre
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