viernes, 9 de junio de 2017

Vicente Leñero Otero

Mire compañero...


Dr. Héctor Darío Aguirre Arvizu
17-06-09

#Semblanza, #Efemérides, #EfeméridesMexicanas, #UnDíaComoHoy, 9 de junio de 1933, nace el escritor mexicano Vicente Leñero Otero. Su vasta obra abarca diversos géneros como novela, cuento, teatro, reportaje, crónica y guión de cine. Considerado uno de los escritores fundamentales y más completos de las letras mexicanas, Leñero ocupaba la silla número XXVIII de la Academia Mexicana de la Lengua.
Vicente Leñero Otero
Nació en Guadalajara, Jalisco, el 9 de junio de 1933.
Estudió ingeniería civil en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y periodismo en la Escuela Carlos Septién García.
Comenzó escribiendo cuentos pero expandió su trabajo a la novela, el periodismo, el teatro y el guión de cine.
En 1956 recibió una beca del Instituto de Cultura Hispánica de Madrid.
Cuando Vicente Leñero era maestro en la escuela de periodismo Carlos Septién García, la revista cultural elaborada por estudiantes de esa institución educativa, Panoramas, publicó en su quinto y último número una sección llamada Galería de Maestros, y enumera a algunos distinguidos maestros, anotó lo siguiente:
“Jóvenes profesionistas como el ingeniero Vicente Leñero Otero, forman parte del personal docente que día a día se supera así mismo. El ingeniero Vicente Leñero también fue estudiante de esta escuela. Ha destacado como cuentista, género en el que tiene un amplio domino, entre sus obras podemos citar: “Polvareda” con la que obtuvo un primer premio en la Universidad y “La sangre corre río abajo” que fue llevada a escena a través de los canales de la XEQ recientemente. Actualmente es Jefe de Redacción de Señal.” (Panoramas, 1960, p. 19).

A fines de los años sesenta Leñero recibió una beca del Centro Mexicano de Escritores y de la Fundación Guggenheim.
Maestro Vicente Leñero
En el ámbito periodístico, Vicente Leñero inició su carrera en la revista Señal, de corte religioso (como se ha mencionado previamente); posteriormente dirigió la revista Claudia, de 1969 a 1972, y la entonces muy leída Revista de Revistas, publicada por Excélsior, entre 1973 y 1976.
Cuando en 1977 se formó la Revista Proceso con un conjunto de periodistas que ser rebelaron ante las imposiciones del periódico Excélsior, Vicente Leñero se convirtió en el subdirector y lo fue hasta 1998.
El 11 de marzo de 2010, fue nombrado, en excelsa ceremonia, miembro de la Academia Mexicana de la Lengua, tomando posesión de la silla XXVIII al día siguiente con el discurso En defensa de la dramaturgia.
Libro
Recibió reconocimientos muy importantes como el Premio Biblioteca Breve de la editorial Seix Barral en 1963, el premio Xavier Villaurrutia en 2001, y el Premio Nacional de Ciencias y Artes de México en 2001, en el área de Lingüística y Redacción.
Junto con el escritor José Agustín, Leñero fue galardonado en septiembre de 2011 con la Medalla Bellas Artes de México que otorga el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA).
Entre sus obras destacan: Los albañiles (1963), El garabato (1967), El evangelio de Lucas Gavilán (1979), Asesinato (1985), La vida que se va (1999) y muchas otras.
Libro
En el campo dramatúrgico escribió más de diez obras, estrenándose en 1968 con Pueblo rechazado; destacan además sus adaptaciones de Los albañiles (1970); La carpa (1971); y Los hijos de Sánchez, de Oscar Lewis, en 1972.
En arte cinematográfico intervino como guionista en dieciocho filmes, como Los de abajoMarianaMarianaEl callejón de los milagrosLa ley de HerodesEl crimen del padre Amaro, siendo El atentado del 2010 su último trabajo en ese campo.

Falleció el 3 de diciembre de 2014.

Anécdota
Vicente Leñero era firme en su filosofía sobre cómo escribir. En alguna ocasión la alumna llamada Lupita Pineda, enfermera, anotó en una tarea sobre noticia que en su pueblo los aguacates llegaban a crecer de un tamaño enorme. Al leer el escrito el maestro afirmó:
Mire compañera, en la noticia hay que ser verás, ¡no mentir!, no exagerar, sino escribirla con objetividad, sin editorializar, y sin hacer reportaje.
La alumna, como respuesta, sacó de su bolsa un aguacate verdaderamente enorme:
Mire maestro.
–¡Ah caray!...

Anécdota
En cierta ocasión, dando Vicente Leñero el curso propedéutico 1959 en la Escuela Carlos Septién García, y hablando con cierta pena como era su característica, anunció a sus alumnos que se casaría pronto. Los alumnos organizaron la "cooperacha" y con el dinero recaudado la alumna Imelda Arvizu fue a comprar a Liverpool un regalo, encontrando que había un muy bonito juego de café color turquesa, por lo que lo adquirió. Pero además se fue al mercado de La Merced y allí compró un gran molcajete. Cada regalo iba en su caja: el molcajete en una caja enorme y el juego de café en una caja relativamente chica. El maestro los recibió un poco apenado y agradeció. Desgraciadamente los alumnos nunca vieron la cara de asombro del maestro al abrir los regalos, lo que despertó su fantasía considerando les habían gustado mucho a él y a su futura esposa.

Anécdota
 Como anécdota cercana al respecto podemos mencionar que en 1973, siendo Vicente Leñero el director de la Revista de Revistas (RdeR), recibió en sus oficinas a la ahora médica homeópata Imelda Arvizu (madre de quien esto escribe), quien había sido su alumna unos trece años antes en la Escuela Carlos Septién García. Ella, una vez que la anunció la secretaria (considerando que Leñero ni se acordaba de quien era), entró a la oficina y al ver al maestro que tenía un yeso en la pierna izquierda le pregunta:
–Maestro, ¡¿qué le pasó?!
–Un accidente…  nada grave.
Y le preguntó:
 –¿Qué se le ofrece señorita Arvizu?
–Maestro, quisiera pedirle trabajo en la revista.
–No Imelda, fíjese que estoy completo.
–Aunque sea de freelance…
–Tampoco, ya tengo muchos reporteros.
–¡Deme una oportunidad!
Y después de reflexionar un poco el maestro le contesta:
–Mire, váyase a casa, y allí con calma elabore una lista de tres reportajes que pudieran ser de interés para la revista.
A lo que ella contestó con un acto firme, como le gustaba al maestro: sacó una hoja de su portafolios que contenía doce propuestas de reportajes.
El maestro se quedó atónito y, luego de reflexionar un poco, contestó:
–El aborto… me interesa un reportaje del aborto… si usted me trae uno sobre el tema yo se lo publico.
La novel reportera pudo publicar en Revista de Revistas ese y cuatro reportajes más. (Anécdota contada al autor del presente texto).
Juan Rulfo y Vicente Leñero
Como prólogo al libro 100 entrevistas 100 personajes (1991), Vicente Leñero escribió lo siguiente:

“Duelo de inteligencias
La entrevista es un diálogo, una conversación, una charla, un encuentro, una plática, un interrogatorio, un duelo de inteligencias y sensibilidades entre un periodista que pregunta y un personaje que responde. Así de simple. Pero así de exacto.
El lector está atrás, o enfrente: como un espectador invisible que en las páginas de un diario o una revista –cuando se habla de periodismo escrito– reconstruye mediante el mágico fenómeno de la lectura ese encuentro de dos, que es al fin de cuentas el encuentro, la comparecencia de un personaje público con los miles de lectores que conforman la audiencia de una publicación. De hecho, un personaje entrevistado no conversa solamente con su interlocutor; de momento así lo parece, así lo es, pero en realidad esa plática se produce ante la muchedumbre de lectores que avalan al periodista, a quienes el periodista representa y de quienes el periodista recibe no sólo la fuerza moral necesaria para ejercer su encomienda, sino el arrojo, a veces el valor, siempre el derecho para entrometerse en una casa, en una vida ajena, y ya delante del convocado volcar encima de él su catarata de interrogaciones orientadas a averiguar todo lo que se pueda averiguar.
Sin el aval de sus lectores, sin la justificada y legítima curiosidad de saber y saber y saber que mueve al fantasma de la opinión pública, el periodista preguntón sería un simple metiche, un entrometido inoportuno al que bien pudiera darse con la puerta en las narices o volverle las espaldas merecida y agresivamente. A veces así se le responde y se le trata, pero el buen periodista no se deja: retoba, insiste, necea y persigue por dondequiera a su personaje hasta doblegarlo y someterlo a su convocatoria porque sabe que no es su simple curiosidad pública –inmensa en número, machacona en intensidad– necesitada siempre de saber un poco más y mejor de los acontecimientos y de los secretos escondidos y de lo que piensa o recuerda o siente o ambiciona la gente involucrada en la vida social de un país.

Instrumento primordial del quehacer reporteril, la entrevista está en los soportes de todos los géneros periodísticos.
A punta de entrevistas se averigua o se esclarece una noticia, con entrevistas a tutiplén se teje la maraña de un reportaje, y gracias a sus entrevistas consiguen los opinadores fundamentar un ensayo periodístico o sostener meridianamente la tesis de un artículo.
También la entrevista es un género por sí mismo, claro que sí. El más humano quizá. Noble género cultivado desde el nacimiento de la prensa como oficio informador, y desarrollado y perfeccionado luego de mil maneras y estilos a lo largo de la historia.
Entrevistas para interrogar, para cuestionar, para extraer verdades y pensamientos de funcionarios y hombres públicos. Pero entrevistas también para dibujar el semblante en claroscuro de un personaje: para calar en su vida, para desentrañar o esclarecer los misterios de una existencia dedicada al cultivo de una tarea, de una profesión, de un arte.
De esta especie –testimonios personales, viñetas biográficas, ajustes de cuentas, confesiones íntimas– son las entrevistas incluidas en este libro-homenaje a los hombres y mujeres que han llenado a México de signos de admiración en los territorios del arte, de la ciencia y de los espectáculos.
Libro jubiloso porque reúne a la gente famosa del quehacer festivo: a la que ha hecho o sigue haciendo reír y soñar y cantar y ovacionar una hazaña deportiva a las generaciones de este siglo.
Libro sesudo porque traduce al lenguaje de todos el pensamiento de los científicos que piensan e investigan, sorprendidos una tarde de cualquier día en la intimidad de su laboratorio o entre los libros de su biblioteca.
Libro trascendente e imaginativo, porque en las entrevistas de los personajes del arte –creadores de una realidad mejor y más rica que nuestra vida tangible–se conoce y reconoce la sensibilidad y el talento que han forjado la entraña, se diría que el alma misma de este generoso país.

No es ni con mucho un libro exhaustivo –imposible abarcar en cien entrevistas la historia cultural y festiva del último siglo mexicano–, pero sí es desde luego un libro multiplicador de afanes y sin duda representativo: congrega cien rostros famosos que todos ubican y festinan por múltiples razones, y las entrevistas que los involucran y los evocan han sido realizadas por grandes periodistas del ayer inmediato o del actualísimo presente. Tan célebre es en algunos textos el personaje visitado en el momento cumbre de su profesión –o en una pausa de su carrera, o en el atardecer de su experiencia, o a la mitad del camino de su vida–, como inteligente y hábil, y también famoso, el periodista que lo provoca y lo hace hablar y pensar y contar confidencias y desparramar anécdotas y ofrecer los detalles fundamentales para el imprescindible retrato.
Retratos de gente importante. Verbales y visuales. Literarios y fotográficos. Semblanzas surgidas gracias a una conversación reporteril que se planeó para un día tal y quedó luego impresa para siempre, y gracias también, significativamente, a la imagen de ese rostro en pose o en acción, a solas o en compañía de la gente de su tiempo que la fotografía artística y periodística convirtió en invaluable documento para la historia.
Ya hace mucho tiempo que el condimento fotográfico dejó de ser accidental en el oficio de la prensa. Lo fotográfico es hoy sustancia y nervio del periodismo moderno. No puede andar trabajando por ahí un buen entrevistador sin su fotógrafo pareja, ni se antoja leer un texto sin la compañía de sus imágenes. Porque las imágenes hablan, ya se sabe. Porque las fotografías dicen también lo que dice el personaje, lo que enmarca una vida, lo que traduce una conversación o un encuentro. Biografía en fotogenia, claro que sí.
Así se ha entendido la exigencia en el momento de planear y ejecutar este libro que es antología de escenas y rostros y palabras, Desfile fotográfico en verdad alucinante. Reunión de textos necesariamente condensados para no retardar la  rapidísima secuencia. Muestrario, en fin, de ese género mayor que es la entrevista: desde la esgrima veloz de un diálogo puntilloso recogido con celo por la moderna grabadora, hasta la acuarela literaria que dibuja y se engolosina en los detalles de un escenario o en la reproducción memoriosa de una conversación lentamente desgranada.
Pudieron ser doscientos o trescientos o muchísimos más –porque muchísima es la gente que se quisiera consignar–, pero los cien personajes que recorren la pasarela de estas páginas, los cien habitantes distinguidos de este libro, representan sin lugar a dudas, ejemplifican, condensan en una sola imagen: la imagen humanísima de los mexicanos que han puesto a latir, aceleradamente, el corazón de nuestro siglo.” (Leñero, 1991).


 Infografía tomada de: Géneros.

Referencias:

Leñero, V. (1991). 100 entrevistas, 100 personajes. Prólogo. PIPSA Grupo Industrial y Comercial. México. (pp. 10-11).


D. R. 2017 Darío Aguirre 



No hay comentarios:

Publicar un comentario