lunes, 15 de mayo de 2017

Carlos Fuentes

El escritor transparente


Dr. Héctor Darío Aguirre Arvizu
17-05-15

#Semblanza, #Efemérides, #EfeméridesMexicanas, #UnDíaComoHoy 15 de mayo de 2012 fallece el escritor Carlos Fuentes, autor de obras como La región más transparente (1958) y La muerte de Artemio Cruz (1962); es considerado como uno de los escritores más importantes del siglo XX.
Carlos Fuentes, escritor.
Nació el 11 de noviembre de 1928 en Panamá. Fue hijo del diplomático Rafael Fuentes, razón por la cual nació allá. Su madre fue Berta Macías. En esas tierras pasó su infancia allá y también en Quito, Montevideo, Río de Janeiro, Washington, Santiago de Chile y Buenos Aires. En su adolescencia, a los 16 años, se asentó en nuestro país y cursó su preparatoria en el Colegio México.
Se inició como periodista colaborador de la revista Hoy y obtuvo el primer lugar del concurso literario del entonces Colegio Francés Morelos.
Unos escritos tempranos fueron publicados en la revista Medio Siglo.
Realizó su carrera de abogado en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), e hizo estudios de doctorado en diplomacia en el Instituto de Estudios Internacionales de Ginebra, Suiza.
Fundó con Emanuel Carballo la Revista Mexicana de Literatura que se editó entre 1955 y 1958. De la revista El espectador fue coeditor de Luis Villoro, Francisco López Cámara y Jaime García Terrés entre 1959 y 1960.
Fue becario del Centro Mexicano de Escritores entre 1956 y 1957 preparando diversas adaptaciones cinematográficas de obras suyas y de otros autores. En el campo cinematográfico escribió los guiones de El gallo de oro (1964) y Un alma pura (1965) entre otros.
Meditando
Fue además colaborador de los principales suplementos culturales y periodísticos de nuestro país y del extranjero.
En 1972 fue designado embajador en Francia, puesto que ocupó hasta 1976. Uno de sus actos allá fue abrir la embajada a refugiados políticos latinoamericanos y españoles.
Ya después vivió en Europa y Estados Unidos. En este país fue profesor en las universidades de Columbia, Harvard, Princeton, Brown y Pennsylvania, y ocupó la cátedra Simón Bolívar en la Universidad de Cambridge.
Fueron muchos los premios literarios que recibió, mencionando aquí solamente algunos: Biblioteca Breve (España, 1967); Rómulo Gallegos (Venezuela, 1974); Xavier Villaurrutia (México 1975); Alfonso Reyes (México, 1979); Nacional de Literatura (México, 1984) y Cervantes (España, 1987); Premio Príncipe de Asturias (España, 1994).  También recibió muchos Doctorados Honoris Causa por parte de prestigiosas universidades del mundo.
Fue miembro de El Colegio Nacional desde 1972 y de la American Academy and Institute of Art and Letters desde 1986.
La región más transparente
Una apreciación de su obra se anota aquí:
“Fue uno de los escritores más importantes de todos los tiempos en el conjunto de la literatura de su país. Figura dominante en el panorama nacional del siglo XX por su cuidadosa exploración de México y lo mexicano, a través de una obra extensa y que se servía de un lenguaje audaz y novedoso capaz de incorporar neologismos, crudezas coloquiales y palabras extranjeras, su propuesta se sumergió en el inconsciente personal y en el colectivo, y trasladó con vigor a las letras mexicanas los mejores recursos de las vanguardias europeas.” (Biografía de Carlos Fuentes, s/p)
Sobre su obras concretas tenemos que:
Se dio a conocer con Los días enmascarados (1954) donde entrelaza lo fantástico con lo real. Su primera novela, La región más transparente (1958), lo consagró de inmediato en los medios literarios mexicanos. Después escribió Las buenas conciencias (1959) y La muerte de Artemio Cruz (1962), donde narra cincuenta años de la vida mexicana. Aura (1962), es una narración breve y uno de sus mejores textos, entre lo histórico y lo fantástico. Con Zona sagrada (1967), Cambio de piel (1967) regresa a lo épico. Terra nostra (1975) entrelaza distintos tipos de ficción y mitos. En La cabeza de la hidra (1978) ensaya una novela policiaca, Una familia lejana (1980) se enraíza en la fantasía. Después publicó Agua quemada (1981); Gringo viejo (1985), sobre el escritor Ambrose Bierce, Cristóbal Nonato (1987), La campaña (1990), Constanza y otras novelas para vírgenes (1990), El naranjo o los círculos del tiempo (1993), Diana o la cazadora solitaria (1994), La frontera de cristal, una novela en nueve cuentos (1995).
Personalidad
Escribió diversos ensayos como La nueva novela hispanoamericana, Tiempo mexicano, Valiente mundo nuevo y El espejo enterrado, que tratan sobre la literatura y la historia, tanto de México como de América.
Para teatro escribió: Todos los gatos son pardos y El tuerto es rey de 1970; Tiempo mexicano (1971) Los reinos originarios y Orquídeas a la luz de la luna (1982).
La muerte de Artemio Cruz, Aura, y La región más transparente son tres de las mejores novelas de Carlos Fuentes, consideradas clásicos de la literatura hispanoamericana. En esos textos “hay un manejo de las nuevas técnicas narrativas vanguardistas que le permiten retratar imaginariamente ese mundo complejo de un México Posrevolucionario donde confluyen el tema de la Historia, el poder, el autoritarismo y la muerte.” (Biografía, s/p).
Como le gustaba ser visto, entres su libros
tomada de Plumas Libres
Al respecto de la novela La región más transparente, con motivo del homenaje que se le rindió a Carlos Fuentes en el cincuenta aniversario de la publicación de la misma, José Emilio Pacheco escribió:
“La región más transparente fue la primera y la última novela sobre la ciudad de México, su mitificación literaria y su elegía anticipada poco antes de que la capital se disolviera en la catástrofe urbana llamada D. F, aglomeración informe que compite con Los Ángeles en ser la última ciudad o la primera de las postciudades del siglo XXI.” (Pacheco, 2008).
Tumba de la familia Fuentes en Montparnasse
Carlos Fuentes falleció el 15 de mayo de 2012 en la Ciudad de México a los 83 años de edad.
 
A continuación reproducimos un fragmento de una entrevista que realizó Alberto Díazlastra en marzo de 1967 a Carlos Fuentes y que fue incluida en el libro 100 entrevistas, 100 personajes (1991):

Lejos del ritual azteca


Carlos Fuentes no necesita presentación. A pesar de su ya larga estancia en Europa, su nombre ha estado presente en periódicos y revistas del país, tanto por sus eventuales colaboraciones  como por alusiones a su persona, algunas de las cuales han sido verdaderos ataques y a los que, de alguna manera, contesta en esta larga conversación.
En España, algunas malas lenguas se han preguntado por qué tú, que tienes varios libros detrás, concursaste para el premio Seix-Barral y, al ganarlo con la novela Cambio de piel, probablemente le quitaste una oportunidad a los escritores más jóvenes o menos conocidos…
A mí me hace más falta el botín que aun escritor joven. Tengo más gastos y peores hábitos. Por otra parte, de los 30 finalistas sólo 7 eran más jóvenes que yo.
Amaneció usted cínico, maestro.
—El escritor es el ser más cínico del mundo, porque es el más generoso.
¿Qué quiere decir con eso?
—Simplemente, que nuestro trabajo es el más desinteresado –y acaso el más des-interesante [sic]– que existe. Hay que estar un poco desnivelado de la maceta para encerrarse en una soledad que ni siquiera posee la sensualidad formal o la alegría activa, manual, de la pintura, el cine, la escultura, la música, y garabatear patas de mosca a partir de una urgencia interior que, quizás, a nadie más le importe. Por otra parte, nuestra sociedad ni respeta ni remunera esta actividad. No se entiende “para qué sirve”. Y como el escritor no puede, sin cegar sus fuentes, justificarse pragmáticamente… Total: terminas de adorno en una oficina pública, o intentas, cuando menos, crearte, azarosamente, tus propias condiciones de vida: como Stalin, asaltas los bancos de Georgia para hacer la revolución.
¿Qué bancos asaltas tú?
—Ya vez, el Premio Biblioteca Breve. Pero como Robín Hood o Pancho Villa, devolveré el dinero a los necesitados.
¿Tú también tienes “tus pobres”, como las señoras filantrópicas?
—Mis menesterosos son mis personajes. Ahora, podré dedicarme todo el verano a escribir la novela que proyecto: Los años por venir. No, en serio, me importa mantener una actitud vital nueva frente a las soluciones tradicionales que, más que soluciones, han significado la muerte y el silencio de muchos talentos literarios en el mundo de habla castellana. Y en México, particularmente, escoges el azar o sucumbes al azar. Prefiero determinar mi propia lotería y encontrar la manera de vivir en un medio competitivo, hostil, pero integrado y serio, como lo es el europeo, que aceptar los signos de la sota moza y Patria Mía: vivir al día, como la lotería, con un puesto burocrático o dentro de las estructuras imbéciles de las mass media mexicanos. Pero además quería decirte que quizás el Premio de Seix-Barral sea útil para subrayar la totalidad que la literatura en lengua castellana debe –o debería– constituir. No lo digo por mí: el premio, en ocasiones anteriores, ha sido ganado por otros escritores latinoamericanos: Vicente Leñero, Mario Vargas Llosa… Lo que me importa repetir es que cometemos un grave error hablando de novela mexicana, argentina, chilena, española, porque al hacerlo sacrificamos una visión de conjunto de la verdadera tradición –la que parte de las transformaciones de nuestro instrumento común, la lengua castellana– y nos metemos en la camisa de fuerza del compartimiento estanco. Bastante divididos estamos por nuestra situación semicolonial para añadir una falsa división en provincias literarias.
David Viñas sostiene más o menos esta tesis: que el argentino, con sus viajes casi definitivos a Europa, o a cualquier parte del mundo con tal de realizarse, ha creado una tercera imagen de sí mismo: los prototipos del Che Guevara como hombre de acción y de Julio Cortázar como intelectual. Y ahora yo me pregunto algo que te atañe personalmente: ¿Por qué diablos esta literatura de exilio voluntario?
—Si te contestara al nivel personal, te diría que aquí encuentro cosas que en México son prácticamente inconcebibles. El ritmo del tiempo, el hecho de que haya estaciones, por ejemplo; en México me aterra la primavera inmortal… y sus indicios. Acabas por perder todos los hitos temporales, y toda la urgencia que la noción del tiempo cambiante impone. Acabas padeciendo una especie de melancolía de la temporalidad; el tiempo no nos exige nada; gesticulamos para llenarlo: la gesticulación de un suicidio. Es aterrador. Esa sospecha de no existir que se supera mediante la agresión, la solemnidad o el relajo. La confianza hacia el otro, el extraño jorobar o ser jorobados, liquidar, de entrada, el diálogo con el albur, con el chiste, con la agresión: porque le tememos a las cargas humanas; porque tememos no existir para asumirlas. La solemnidad y el relajo excluyen el humor; el humor trae consigo el riesgo de verse como otro y de verse con otro. La máscara presidencial y la de Cantinflas son gemelas. Nathalie Sarraute me contaba de dos intelectuales mexicanos que llegaron a una fiesta insultándola y luego comentó: “Qué agresiva es la inocencia mexicana. O qué inocente es la agresividad mexicana”. Te asfixias, mano, te asfixias detrás de las caretas.

 Véase, si gusta, la siguiente infografía: Carlos Fuentes.

Referencias.
Biografía. [17/05/15]
Biografía de Carlos Fuentes[17/05/15]

Díazlastra A. (1967). Lejos del Ritual Azteca. Entrevista incluida en 100 entrevistas, 100 personajes. PIPSA Grupo Industrial y Comercial. México. 1991.
Pacheco, E. (2008). Carlos Fuentes en la región más transparente. Homenaje. En la edición conmemorativa publicada por la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua Española. México. 2008.

D. R. 2017 Darío Aguirre 

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