Impulsor de la educación en el porfiriato
Dr. Héctor Darío
Aguirre Arvizu
18-09-13
#Semblanza, #Efemérides,
#EfeméridesMexicanas, #UnDíaComoHoy 13 de septiembre de 1912, fallece el
político y educador mexicano Justo Sierra Méndez, ministro de la Secretaría de
Instrucción Pública durante el porfiriato, quien es reconocido por sus
aportaciones a la educación del país. Sus restos se encuentran en La Rotonda de
las Personas Ilustres.
Nació en el puerto de Campeche, estado
de Campeche, el 26 de enero de 1848.
Fue hijo del abogado yucateco don
Justo Sierra O'Reilly, (1814 - 1861), quien fuera un eminente
jurisconsulto, novelista, historiador y escritor, y de su esposa doña
Concepción Méndez.
Justo Sierra Méndez. (1) |
Comenzó sus estudios en la ciudad de
Mérida, del estado de Yucatán
y los finalizó en la ciudad de México a la cual se trasladó su familia al fallecer su padre, en el Liceo franco-mexicano. Más tarde en el Colegio de San Ildefonso, se reveló su vocación literaria.
y los finalizó en la ciudad de México a la cual se trasladó su familia al fallecer su padre, en el Liceo franco-mexicano. Más tarde en el Colegio de San Ildefonso, se reveló su vocación literaria.
En 1871 se recibió de abogado.
Publicó sus primeros ensayos literarios
a partir de 1868, y poco después entró en la vida del servicio público.
En el drama se inició con su obra Piedad y en la novela con El ángel del provenir.
En la política fue varias veces diputado
al Congreso de la Unión, llegó a ser magistrado de la Suprema Corte de
Justicia.
Se da a conocer poéticamente en
1868 con Playera y las Conversaciones del domingo que aparecen
en El Monitor Republicano.
Ocupó durante varios años la
cátedra de Historia en la Escuela Nacional Preparatoria, para la que escribió
un libro de texto bien conocido.
Fue uno de los directores de la
Revista Nacional de Letras y Ciencias (1889-1890)
y colaboró en las principales publicaciones periódicas de su tiempo.
y colaboró en las principales publicaciones periódicas de su tiempo.
Ejerció una influencia muy grande en los
medios intelectuales y una vez muerto Ignacio Manuel Altamirano
(1834-1893), fue el maestro que orientó a las nuevas generaciones.
Ingresó a la Academia Mexicana de la
Lengua el 30 de diciembre de 1887, donde fue director y ocupó la silla VIII.
Ejerció como director del
periódico La libertad, diario en el que se publicaban asuntos de índole
liberal, ideología que lo acompañó durante toda su vida.
En la que fuera la Secretaría de
Justicia e Instrucción Pública y Bellas Artes (1905) fue nombrado titular,
cargo que desempeñó hasta 1911, cuando fue designado Ministro
Plenipotenciario de España.
Busco conmemorativo en al UNAM. (2) |
A él se debió el establecimiento del
primer sistema de educación pública en México, y la reorganización de
la Universidad Nacional (1910).
Dirigió la publicación de México, su evolución social (1900 -1902)
y de la Antología
del Centenario (1910).
del Centenario (1910).
Murió en Madrid el 13 de septiembre
de 1912.
Su cadáver fue traído a México y
sepultado con grandes solemnidades.
En el primer centenario de su nacimiento
la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) heredera de la
Universidad Nacional, le declaró Maestro de América y sus restos fueron trasladados
a la ahora Rotonda de los Personas Ilustres.
La obra de Justo Sierra es una de las
más ricas y caudalosas de su tiempo. Registra las manifestaciones espirituales
y culturales más significativas de la época
de grandes cambios que le tocó vivir. Narraciones, poesías, discursos, doctrinas políticas y educativas, viajes, ensayos críticos e historia, forman el valioso material de la obra de Sierra.
de grandes cambios que le tocó vivir. Narraciones, poesías, discursos, doctrinas políticas y educativas, viajes, ensayos críticos e historia, forman el valioso material de la obra de Sierra.
Toda su vida ejerció el periodismo
político y la prosa literaria. Mantuvo relaciones con los poetas de la Revista
Azul y de la Revista Moderna, llegando a influir en Urbina, González Obregón y
Urueta.
Billete conmemorativo a Justo Sierra. (3) |
Es autor de las siguientes obras:
Catecismo
de historia patria (1868);
Elementos
de Historia General (1888);
Historia
General
(1891);
Elementos
de Historia Patria (1894);
Catecismo
de Historia Patria (1894);
Cuentos
Románticos
(1896);
En
tierra yankee (Notas a todo vapor) (1897-98);
Evolución
Política del Pueblo Mexicano (1900-1902);
Juárez,
su obra y su tiempo (1905-1906);
Cuadros
de Historia Patria (1907);
El
ángel del porvenir, etc., y un riquísimo conjunto de poesías, escritos educativos,
literarios, políticos, memorias de viaje, etc., que revelan su alto
pensamiento y límpida y vibrante expresión.
Su labor en el periodismo fue intensa.
Periódicos como El Renacimiento que
él fundó, El Foro, El Federalista, La Libertad, La Tribuna, El Imparcial, El Siglo XIX, El Monitor
Republicano y otros se enriquecieron con importantes artículos.
Su obra toda fue publicada por la UNAM
en catorce volúmenes, México (1948-1949) bajo el rubro Obras completas del Maestro Justo Sierra, que estuvo bajo la dirección
de Agustín Yáñez y con la colaboración de José́ Luis Martínez, Francisco
Monterde, Edmundo O'Gorman, Leopoldo Zea, Arturo Arnaiz y Freg, Francisco Giner
de los Ríos, y Catalina Sierra de Peimbert.
Léase su poema: Playera
Baje a la playa la dulce niña,
perlas hermosas le buscaré,
deje que el agua durmiendo ciña
con sus cristales su blanco pie...
Venga la niña risueña y pura,
el mar su encanto reflejará
y mientras llega la noche oscura
cosas de amores le contará.
Cuando en levante despunte el día
verá las nubes de blanco tul
- como los cisnes de la bahía -
rizar serenos el cielo azul.
Enlazaremos a las palmeras
la suave hamaca y en su vaivén
las horas tristes irán ligeras
y sueños de oro vendrán también.
Y si la luna sobre las olas
tiende de plata bello cendal,
oirá́ la niña mis barcarolas
al son del remo que hiende el mar,
mientras la noche prende en sus velos
broches de perlas y de rubí́,
y exhalaciones cruzan los cielos
lágrimas de oro sobre el zafir!
El mar velado con tenue bruma
te dará su hálito arrullador,
que bien merece besos de espuma
la concha nácar, nido de amor.
Ya la marea, niña, comienza,
ven que ya sopla tibio terral,
ven y careyes tendrá tu trenza
y tu albo cuello rojo coral.
La dulce niña bajó temblando,
bañó en el agua su blanco pie,
después, cuando ella se fue llorando,
dentro las olas perlas hallé.
Imágenes tomadas de:
(1) Juaritos
Literario.
(2) Quiminet.
(3) Pinterest.
Con información de:
(1) Los poetas.
(2) Históricas.
D. R. 2018 Darío Aguirre
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